Xóchitl Gálvez: La Senadora que Prefiere el Espectáculo al Trabajo Legislativo
En el vertiginoso mundo de la política mexicana, es fundamental distinguir entre aquellos legisladores que trabajan incansablemente en beneficio de la ciudadanía y aquellos que parecen estar más interesados en protagonizar espectáculos mediáticos y puestas en escena. Xóchitl Gálvez, senadora del PAN, ha demostrado ser una ferviente seguidora de la segunda categoría, dejando de lado su labor legislativa en favor de actos estridentes y llamativos que, lamentablemente, han eclipsado su verdadera responsabilidad como representante popular.
En su paso por el Senado de la República, Xóchitl Gálvez ha dejado huella, pero no precisamente por sus contribuciones significativas al desarrollo legislativo de México. Más bien, su notoriedad se ha forjado a través de actos inusuales y teatrales que la han catapultado a la atención mediática, aunque no siempre de la manera más positiva.
Uno de los episodios más recordados de su carrera como senadora es cuando decidió enfundarse en una botarga de dinosaurio para protestar contra el plan B del Presidente Andrés Manuel López Obrador en materia electoral. Si bien las protestas son un mecanismo legítimo de expresión política, esta estrategia parecía más orientada a llamar la atención de las cámaras que a presentar argumentos sólidos y coherentes en el debate legislativo.
Pero la actuación no se detiene allí. En otra ocasión, Xóchitl Gálvez decidió encadenarse al presidium de la sede alterna de Xicoténcatl como parte de una protesta. Si bien cada legislador tiene el derecho de expresar sus opiniones y descontento, es crucial cuestionar si estas acciones se traducen en resultados concretos para el país o si simplemente son una forma de teatro político sin mayores consecuencias.
Los señalamientos de que Gálvez prefiere el “show” y la exposición mediática por encima de su responsabilidad legislativa no son infundados. En múltiples ocasiones, representantes de Morena, el partido en el poder, han acusado a la senadora panista de buscar los reflectores antes que cualquier otra cosa. Esto se ha vuelto especialmente evidente en los temas relacionados con las iniciativas presidenciales y las obras insignia del Gobierno de México.
Un análisis de su desempeño durante el primer año de la Legislatura revela que Gálvez tuvo 61 intervenciones ante el pleno. Sin embargo, cuando se profundiza en el contenido de estas intervenciones, se encuentra una sorprendente falta de sustancia en muchas de ellas. Un ejemplo es su participación para fundamentar el voto del PAN en contra de la reforma que permitía a Paco Ignacio Taibo II asumir la dirección del Fondo de Cultura Económica. Su argumento se centró en la eliminación del requisito de ser mexicano por nacimiento, una cuestión que, aunque relevante, no justifica el despliegue de una botarga de dinosaurio.
Pero lo que realmente llama la atención es el contraste entre la retórica de Gálvez y sus resultados legislativos. Según los informes de labores de la senadora y los datos del Senado, desde su primer año en el cargo hasta el pasado 30 de abril, Gálvez presentó 48 iniciativas y 117 puntos de acuerdo. Sin embargo, la mayoría de estas propuestas parecen haber quedado congeladas en comisiones, sin avanzar hacia una posible implementación. Incluso los puntos de acuerdo más antiguos se dieron por concluidos, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad de su labor.
Un ejemplo notable es una iniciativa presentada en septiembre de 2019, en la que Gálvez pedía a la Secretaría de la Función Pública investigar el patrimonio del titular de la CFE, Manuel Bartlett. Aunque la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales en cualquier democracia, esta iniciativa parece haber caído en el olvido, sin que se haya logrado avanzar en una investigación concreta.
Pero Gálvez no se ha limitado a las iniciativas parlamentarias; también ha recurrido a extravagantes acciones para llamar la atención sobre temas de corrupción. Cuando Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad publicó un reportaje sobre la llamada “casa gris” y acusó a José Ramón López Beltrán, hijo del presidente AMLO, de vivir en Houston en una casa rentada por un contratista de Pemex, la senadora panista llevó una maqueta de la vivienda al patio del Senado y creó una representación con bloques de construcción que colocó en su escaño. Esta exhibición, aunque inusual, ¿realmente contribuyó a esclarecer los hechos o fue simplemente una maniobra mediática?
El historial de comisiones a las que Gálvez ha pertenecido también revela una tendencia preocupante. Aunque fue inicialmente asignada como secretaria en las comisiones de Anticorrupción y Asuntos Indígenas, así como a la de Zonas Metropolitanas y Movilidad, Reforma Agraria y Medio Ambiente y Recursos Naturales, poco a poco se fue colando en la Comisión de Energía. Esta comisión es de suma importancia, ya que está relacionada con uno de los temas cruciales para el desarrollo del país: la energía.
En la Comisión de Energía, Gálvez tuvo la oportunidad de participar en la comparecencia de las cuatro ternas enviadas por el Presidente para elegir a igual número de integrantes de la Comisión Reguladora de Energía. Sin embargo, su participación en este proceso estuvo marcada por un tono hostil hacia uno de los candidatos, un joven integrante de la Ayudantía que no pudo responder a algunas preguntas técnicas. Como resultado, las propuestas terminaron regresando al Ejecutivo, lo que demuestra que su intervención no condujo a una mejora en el proceso de selección.
Posteriormente, Gálvez logró que su partido, el PAN, la incluyera en la Comisión de Energía, desde donde ha continuado criticando los perfiles de los candidatos a la Comisión Reguladora y a otros órganos autónomos del mismo sector. Si bien es legítimo cuestionar las designaciones y promover la transparencia en estos procesos, la confrontación constante no necesariamente conduce a soluciones efectivas. En lugar de abordar estos temas de manera constructiva y buscar consensos, parece que Gálvez prefiere mantener una postura de confrontación constante, lo que dificulta la posibilidad de lograr avances significativos en la agenda legislativa.
Otro aspecto de la trayectoria legislativa de Xóchitl Gálvez que merece atención es su posición en relación con importantes reformas propuestas por el Gobierno de México. En varias ocasiones, la senadora panista se ha manifestado en contra de iniciativas clave que buscan el beneficio del país y de sus ciudadanos.
Un ejemplo de esto es su oposición a la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, una medida que tenía como objetivo frenar los abusos y corruptelas de las empresas privadas generadoras de electricidad. Gálvez argumentó en contra de esta reforma, sosteniendo que no se privilegiaba a las “energías limpias”. Si bien es importante debatir y analizar las implicaciones de una reforma de esta magnitud, la postura de Gálvez parecía estar más enfocada en defender intereses particulares que en buscar el beneficio general de la población.
Además, la senadora panista también se pronunció en contra de la modificación de la Ley Minera en abril de 2022, que establece que la explotación del litio corresponde únicamente al Estado. Su argumento en contra de esta medida fue que, según ella, no existen reservas significativas de litio en México. Sin embargo, esta afirmación va en contra de las evidencias y del interés estratégico que representa el litio como recurso necesario para la transición hacia una economía más sustentable. Una vez más, parece que la postura de Gálvez no se basa en un análisis riguroso de los hechos, sino en una visión sesgada de la realidad.
Otro punto de discordia importante fue su voto en contra de la reforma educativa. En octubre de 2020, junto a Gustavo Madero, protagonizó una protesta al acostarse fuera de la vieja casona de Xicoténcatl. Su objeción se debía a que la mayoría de Morena estaba por aprobar la minuta para eliminar 109 fideicomisos. Si bien es válido que los legisladores expresen su desacuerdo con ciertas medidas, es esencial considerar el contexto y las implicaciones de estas decisiones. La eliminación de fideicomisos estaba destinada a redirigir fondos hacia áreas prioritarias como la salud y la educación, por lo que la postura de Gálvez parece haber sido más una estrategia política que una preocupación genuina por el bienestar de los mexicanos.
Uno de los episodios más recientes y llamativos de la carrera política de Xóchitl Gálvez tuvo lugar en 2022, cuando se pronunció en contra de la reforma electoral subiendo a la tribuna disfrazada de dinosaurio, portando una botarga que decía “Jurassic plan”. Esta acción, aunque sin duda captó la atención de los medios, plantea interrogantes sobre la seriedad y la responsabilidad de un legislador en una discusión tan importante como la reforma electoral. La política no debería ser un escenario para disfraces y teatro, sino un espacio para el debate informado y la toma de decisiones fundamentales para el país.
Finalmente, un episodio que refleja la falta de cooperación y la disposición al diálogo constructivo de Gálvez tuvo lugar en abril pasado. Cuando el PAN, PRI y PRD ocuparon la sede de Reforma e Insurgentes como parte de una protesta porque Morena no había proporcionado los votos necesarios para nombrar a dos comisionados del INAI, Gálvez se unió a la protesta y pasó toda la noche en el recinto para impedir que el grupo mayoritario aprobara 20 minutas, incluyendo 17 proyectos prioritarios de la 4T.
Aunque el derecho a la protesta es un pilar de la democracia, la forma en que se llevó a cabo esta acción plantea cuestionamientos sobre la efectividad y la ética de la misma. En lugar de buscar un diálogo constructivo y un entendimiento entre las distintas fuerzas políticas, la ocupación de la sede legislativa pareció ser más una maniobra para bloquear la acción del gobierno en lugar de buscar soluciones conjuntas para los problemas del país.
En este contexto, es importante recordar que el diálogo y la colaboración son fundamentales en un sistema democrático. Los ciudadanos esperan que sus representantes en el Congreso trabajen juntos para abordar los desafíos y encontrar soluciones que beneficien a la nación en su conjunto. Sin embargo, la trayectoria de Xóchitl Gálvez parece estar marcada por un enfoque en la confrontación y el espectáculo político en lugar de la cooperación y la búsqueda de consensos.
En conclusión, Xóchitl Gálvez se ha destacado en la escena política mexicana por su enfoque en el “show” político y las acciones mediáticas en lugar de centrarse en su trabajo legislativo y en la búsqueda de soluciones concretas para los problemas del país. Si bien es legítimo que los legisladores expresen sus opiniones y desacuerdos, es esencial que lo hagan de manera constructiva y responsable, teniendo en cuenta el interés general de la sociedad mexicana. La política no debe ser un escenario para el teatro y el espectáculo, sino un espacio para la deliberación seria y la toma de decisiones que beneficien a todos los ciudadanos.