Urge colaboración entre científicos y productores para enfrentar los retos agroalimentarios en México

La falta de articulación entre la experiencia de los productores del campo y el conocimiento de la comunidad científica es uno de los mayores desafíos para avanzar hacia la sustentabilidad agroalimentaria en México, afirmó Daniel Domínguez Gómez, asesor de la Universidad de la Organización de Naciones Unidas. En una entrevista con La Jornada, el especialista en biotecnología subrayó que el país aún no ha alcanzado los objetivos de soberanía alimentaria, particularmente en la producción de granos básicos, y que el cambio climático impone retos que deben ser atendidos con urgencia.

Domínguez Gómez explicó que, aunque México cuenta con científicos de renombre y agricultores con una vasta experiencia, estos dos sectores no han trabajado de manera conjunta de manera eficiente. “Nos falta articular estos esfuerzos para empezar. Nos falta integrar y trabajar juntos, sobre todo con una visión en la que podamos poner la ciencia directamente en la atención de los problemas específicos del campo mexicano”, destacó el asesor.

Esta colaboración, señaló, no solo mejoraría las prácticas agrícolas, sino que haría a los agricultores más resistentes a los efectos del cambio climático y contribuiría a reducir la huella ecológica humana. En ese sentido, destacó que existe una gran oportunidad para estudiar la salud de los suelos en los distintos ecosistemas del país, como las selvas o los desiertos, y enfocar esfuerzos en el descubrimiento de nuevos microorganismos que puedan mejorar las condiciones agrícolas.

Además, Domínguez Gómez señaló que es posible innovar en la creación de nuevas variedades genéticas de cultivos, como granos y vegetales, que se adapten a las necesidades específicas del país, lo que permitiría evitar las afectaciones asociadas a los monocultivos. “La innovación es clave para atender las necesidades del país y garantizar una agricultura sostenible a largo plazo”, apuntó.

Otro aspecto clave que mencionó el asesor fue la tecnificación del campo mediante el uso de tecnologías digitales, como drones y aplicaciones, que podrían mejorar la eficiencia en la producción agrícola. Sin embargo, subrayó que es necesario trabajar en la formación de capacidades para que más agricultores puedan acceder a estas herramientas. “Es muy bonito tener aplicaciones y drones, pero hay muchas áreas en producción agrícola donde ni siquiera llega el Internet”, alertó, señalando la necesidad de mejorar la conectividad y acceso a la tecnología en las zonas rurales.

Domínguez también sugirió que México podría aprender mucho de las experiencias de otros países, no solo de naciones con alto desarrollo en agricultura protegida como España, Holanda, Canadá y Sudáfrica, sino también de países del sur global, como Perú, Colombia, Bolivia, Nigeria o Kenia, donde se están emprendiendo proyectos agrícolas adaptados a condiciones similares a las de México.

Por último, hizo un llamado a invertir más en políticas públicas orientadas a la agricultura regenerativa, el uso de labranza cero y la agricultura de bajo carbono. Según Domínguez Gómez, es esencial también invertir en la educación, capacitación y divulgación de estas prácticas para todos los sectores involucrados en la industria agroalimentaria, si México aspira a enfrentar de manera efectiva los desafíos que el cambio climático impone sobre el campo.