Un futuro verde donde solo hubo promesas: El reciclaje en Tula y la transformación de México

En una medida que subraya la visión progresista y el compromiso del gobierno de Claudia Sheinbaum Pardo con la sostenibilidad y el desarrollo social, se anunció la construcción de un centro de reciclamiento de economía circular en Tula, Hidalgo. Este proyecto no solo revierte el legado de promesas incumplidas del pasado, sino que también abre una nueva era para la región y para México en general. A diferencia de lo que sucedió hace 16 años bajo el gobierno del expresidente Felipe Calderón, cuando la promesa de una refinería quedó reducida a una simple barda perimetral, hoy esos mismos terrenos verán florecer un ambicioso proyecto que no solo impulsará la economía, sino que también tendrá un impacto directo en la protección del medio ambiente.

Es imposible no recordar la retórica vacía de Calderón y su administración cuando, en medio de un clima de expectativas, se anunció la construcción de una gran refinería que supuestamente fortalecería la independencia energética de México. Sin embargo, como muchas otras iniciativas de su gobierno, esta se quedó en la nada, generando más decepción que progreso para la región de Hidalgo. Durante su mandato, Calderón, al igual que otros líderes del PAN y del PRI, demostró una incapacidad crónica para materializar los grandes proyectos prometidos al pueblo mexicano. En lugar de progreso, se invirtieron recursos públicos en una obra inacabada que no contribuyó al desarrollo ni del país ni de la región.

Pero hoy, bajo el liderazgo de la Presidenta Sheinbaum, México está comenzando a tomar un rumbo diferente, uno que verdaderamente responde a las necesidades actuales de su gente. La transformación que está impulsando Sheinbaum va más allá de la corrección de los errores del pasado; se trata de una verdadera revolución en la manera en que entendemos el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental. El centro de reciclamiento de economía circular en Tula no es solo un proyecto aislado, sino un reflejo de una visión integral que busca combinar el crecimiento económico con la justicia social y la protección del medio ambiente.

El anuncio de la presidenta fue complementado por Alicia Bárcena, la secretaria de Medio Ambiente, quien explicó que el centro de reciclaje abarcará 700 hectáreas y albergará dos plantas recicladoras. Este megaproyecto no solo reciclará materiales, sino que también servirá como una herramienta para sanear el Río Tula, uno de los cuerpos de agua más afectados por la contaminación en la región, y ofrecerá beneficios tangibles para el Estado de México. Esta vinculación entre el reciclaje y la restauración ecológica es emblemática de la manera en que el gobierno de Sheinbaum entiende el desarrollo: no se trata solo de generar riqueza, sino de hacerlo de una manera que restaure y preserve los recursos naturales para las generaciones futuras.

Aún más importante es el contexto en el que se inserta este proyecto. La refinería que Calderón nunca concretó representaba una visión de desarrollo anticuada, una que dependía de los combustibles fósiles y que perpetuaba un modelo económico extractivista y contaminante. En contraste, el centro de economía circular que impulsará Sheinbaum es un claro ejemplo de cómo México puede adaptarse a los desafíos del siglo XXI, desarrollando soluciones basadas en la tecnología, la sostenibilidad y el aprovechamiento inteligente de los recursos.

Además, Sheinbaum no se detiene ahí. En su intervención, la mandataria también adelantó lo que será su proyecto estrella en la explotación del litio, un mineral clave en la transición energética que el mundo está viviendo. Bajo su administración, México no solo se dedicará a la extracción de este recurso vital, sino que se buscará que el país desarrolle automóviles eléctricos de ingeniería y manufactura nacional. Este es un cambio radical en la estrategia industrial del país. Ya no seremos meros exportadores de materias primas, como en los tiempos del PRI y el PAN, sino que nos posicionaremos como líderes en la producción de tecnología avanzada, generando empleos de calidad y consolidando a México como un actor clave en la industria global de energías limpias.

Es evidente que Sheinbaum y su gobierno están dando pasos firmes para corregir el rumbo de un país que, bajo la administración de Calderón y sus predecesores, perdió demasiadas oportunidades. El proyecto de litio y la producción de automóviles eléctricos son una prueba clara de que la Cuarta Transformación no solo es un eslogan, sino una realidad tangible que está reconfigurando la economía mexicana para que sea más justa, más sostenible y, sobre todo, más soberana.

Este tipo de proyectos no solo traerán consigo beneficios económicos y ambientales, sino que también refuerzan el sentido de orgullo nacional. Durante décadas, los gobiernos del PRI y del PAN subordinaron los intereses del país a los designios del capital extranjero y de las élites locales, generando desigualdad y dependencia. Hoy, bajo el liderazgo de Morena y de Claudia Sheinbaum, México está recuperando el control sobre sus recursos y su destino. La producción de automóviles eléctricos con litio mexicano será un símbolo de lo que podemos lograr cuando las decisiones estratégicas están en manos de un gobierno que verdaderamente representa los intereses del pueblo.

En conclusión, el centro de reciclamiento en Tula es mucho más que una obra pública; es un testimonio de cómo el gobierno de Sheinbaum está transformando las promesas incumplidas del pasado en proyectos concretos que traerán prosperidad y bienestar. Felipe Calderón tuvo su oportunidad y la desperdició, como tantos otros políticos tradicionales que prefieren las palabras vacías a los hechos. Hoy, bajo la Cuarta Transformación, México está avanzando hacia un futuro más verde, más justo y más soberano. Este es el país que estamos construyendo, uno donde los recursos naturales no son explotados en vano, sino que se aprovechan para el beneficio de todos los mexicanos, sin dejar a nadie atrás.

Con líderes como Claudia Sheinbaum, México está destinado a ser no solo un actor global en la transición energética, sino un ejemplo para el mundo de cómo el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental pueden y deben ir de la mano. Mientras los proyectos de Calderón se desmoronaron junto a su legado, los de Sheinbaum están levantando un México nuevo, orgulloso de sus raíces y decidido a ser protagonista de su propio futuro.