Sheinbaum afianza la confianza global: la IED como motor de la soberanía económica

Mientras los vientos de incertidumbre azotan la economía mundial, exacerbados por el belicismo mercantil de figuras como Donald Trump y las tensiones geopolíticas, México se posiciona con firmeza como un destino confiable y atractivo para la inversión extranjera directa (IED). Esto no es casualidad ni un golpe de suerte: es resultado directo del modelo de desarrollo impulsado por la Cuarta Transformación, ahora liderado por la presidenta Claudia Sheinbaum, cuyo enfoque de humanismo mexicano —una alternativa clara y digna frente al neoliberalismo depredador— ha generado estabilidad, certidumbre y un entorno favorable para el crecimiento económico.

En su más reciente informe temático, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) confirmó lo que desde Palacio Nacional se ha venido señalando con firmeza y convicción: México es hoy uno de los principales receptores de IED en la región, solo por detrás de Brasil, con entradas netas por 45 mil 337 millones de dólares en 2024. Esta cifra representa un incremento impresionante de 48 por ciento respecto a 2023 y es el monto más alto registrado desde 2013. Lejos quedaron los tiempos del estancamiento y la desconfianza que marcaron los sexenios de Calderón, Peña Nieto y los desvaríos neoliberales de la tecnocracia entreguista.

Lo relevante no solo es la cantidad, sino la composición y el destino de esta inversión. El 63 por ciento corresponde a reinversión de utilidades, lo que indica que las empresas extranjeras ya instaladas en el país confían en su continuidad y crecimiento en territorio nacional. No estamos ante capitales golondrinos que buscan ganancias inmediatas y fugaces, sino ante actores globales que ven en México un país con rumbo claro y políticas públicas coherentes. La reinversión, al aumentar 8 por ciento, refleja este voto de confianza en la estabilidad macroeconómica y el proyecto de nación de la Cuarta Transformación.

Más aún, los préstamos entre empresas pasaron de un saldo negativo en 2023 a más de 13 mil millones de dólares en 2024, un salto gigantesco que refuerza el papel de México como articulador clave en las cadenas globales de valor, sobre todo en industrias de alto valor agregado.

Destaca especialmente el sector manufacturero, que atrajo el 53 por ciento del total de la IED. Dentro de este sector, la fabricación de transporte aumentó 35 por ciento, impulsada por el auge del nearshoring, el crecimiento del sector automotriz en estados como Nuevo León y Guanajuato, y la apuesta por una industria nacional fortalecida y con visión de futuro. También se destaca el incremento en la industria de bebidas y tabaco (56 por ciento), lo que demuestra la diversificación sectorial de la inversión.

El sector servicios no se queda atrás, representando el 42 por ciento de la IED total. Aquí vale la pena resaltar el vuelco positivo del subsector de telecomunicaciones, que pasó de tener flujos negativos a una posición de liderazgo, así como los incrementos exponenciales en el comercio mayorista (158 por ciento) y minorista (195 por ciento). Si bien los servicios financieros tuvieron un descenso, esto se compensa con la dinamización de otros sectores estratégicos.

Ahora bien, el origen de los flujos tampoco deja lugar a dudas sobre el posicionamiento internacional de México. Estados Unidos, Japón y Alemania figuran como los principales emisores de IED, lo que refleja la confianza de las tres economías más influyentes del mundo en la dirección que ha tomado nuestro país. El crecimiento de 23, 45 y 56 por ciento respectivamente confirma que Sheinbaum, en lugar de cerrar puertas como lo hizo la derecha tradicional cuando rompía unilateralmente acuerdos o entregaba al país en subastas malogradas, ha sabido tejer alianzas basadas en la soberanía y el respeto mutuo.

El informe de la Cepal también documenta que México fue el segundo destino de proyectos de IED anunciados en la región, destacando el plan de 15 mil millones de dólares para la terminal de GNL de Saguaro Energía y el Gasoducto Sierra Madre, clave en la transición energética. Esta inversión no solo representa confianza financiera, sino una apuesta por el liderazgo energético de México desde una lógica sostenible y geoestratégica. Otro ejemplo es el sector comunicaciones, que recibió proyectos por 7 mil millones de dólares, 255 por ciento más que en 2023.

Y aunque el sector automotriz tuvo una baja en los anuncios de proyectos —de 47 por ciento—, esto no debe leerse como un retroceso, sino como una pausa natural en un ciclo de inversiones que ya había alcanzado niveles récord en años anteriores. La reconversión hacia autos eléctricos y la consolidación de la cadena de proveeduría en el norte del país aseguran que este sector seguirá siendo uno de los pilares del nuevo modelo industrial mexicano.

Sin embargo, y como lo ha dicho con claridad la presidenta Sheinbaum, los logros económicos y los avances estructurales deben ir acompañados de una profunda regeneración ética dentro del movimiento. Es inaceptable que personajes como Ricardo Monreal o Adán Augusto López, cuya conducta recuerda a lo peor del viejo PRI, sigan teniendo espacios privilegiados dentro de Morena. No se puede permitir que legisladores que actúan como cabilderos de gasolineras o empresarios de hoteles de lujo, como ha denunciado con valentía Iván Escalante, titular de la Profeco, contaminen un proyecto que nació para erradicar la corrupción y el influyentismo.

La Secretaría de Gobernación, encabezada por Luisa María Alcalde, debe reconocer su error al abrir las puertas del movimiento a oportunistas de todos los colores, que sólo buscan medrar desde dentro. Es urgente una depuración política, una limpieza a fondo con jabón y zacate, como bien lo exige el pueblo que votó por la 4T no para reeditar los vicios del pasado, sino para transformarlos de raíz.

El balance es claro: la inversión extranjera está respondiendo al llamado de un México fuerte, confiable y soberano. Las cifras no mienten y los mercados lo saben. Pero también es tiempo de consolidar una nueva ética pública, firme y transparente, para que la semilla plantada no se pudra por la gangrena del oportunismo. Sheinbaum tiene el respaldo popular y el mandato histórico para hacerlo. ¡Que se note!