Sequía Arrasa con Producción de Maíz y Frijol en Chihuahua
La crítica situación climática que afecta al estado de Chihuahua ha provocado una dramática caída en la producción de dos de los cultivos más importantes para la región: el maíz y el frijol. Según el análisis de Víctor Quintana, un destacado analista del sector agropecuario, la sequía ha dejado únicamente un 5% de la superficie agrícola de temporal cultivada, y lo que es aún más alarmante, ni siquiera se ha sembrado avena, la última alternativa cuando la escasez de agua apremia.
Quintana explicó que en este ciclo agrícola se estima que se hayan sembrado aproximadamente 3 mil hectáreas de frijol y una cantidad similar de maíz. Esta reducción drástica en la siembra es resultado de las condiciones climáticas extremas que han caracterizado la temporada, incluso durante el mes de agosto, que históricamente es uno de los más lluviosos en la región. La excepción son las zonas montañosas, donde los niveles de humedad han permitido algún grado de cultivo. No obstante, esta vez ni siquiera la avena, una planta más resistente a las condiciones adversas, ha logrado prosperar.
La falta de precipitaciones ha tenido un impacto desolador en la agricultura chihuahuense. Cerca de 500 mil hectáreas de tierras cultivables no han podido ser sembradas debido a la falta de agua, lo que representa una pérdida significativa para el sector. Esta cifra es aún más alarmante considerando que en temporadas anteriores la cifra de tierras no sembradas rondaba las 700 mil hectáreas en total. Las estadísticas más recientes de la Comisión Nacional del Agua señalan que apenas un 0.9% del territorio de Chihuahua se encuentra libre de sequía en estos momentos.
El análisis detallado de Quintana revela que incluso en la agricultura de riego, donde el acceso al agua debería ser más controlado, los cultivos de maíz están sufriendo las consecuencias. El maíz sembrado bajo riego ha experimentado problemas en su proceso de espigado, y cuando logra este proceso, no logra desarrollar el fruto adecuadamente o produce un número escaso de mazorcas con granos subdesarrollados. En palabras del experto, “le falta el agua de arriba” para su correcto desarrollo.
La crisis hídrica también ha afectado gravemente a otros cultivos. Quintana destaca que la alfalfa, una planta fundamental en la alimentación del ganado, ha comenzado a florecer antes de tiempo debido a la escasez de agua y las temperaturas extremas. Por su parte, los nogales, cuya producción de nueces es una fuente importante de ingresos para la región, han comenzado a desprender parte de su fruto en un fenómeno conocido como “aborto”, resultado del estrés hídrico al que se ven sometidos.
En términos ganaderos, la situación es igualmente crítica. La falta de pasto ha llevado a los pequeños ganaderos a concentrar su ganado en corrales y adquirir pastura y agua, lo que a su vez incrementa los costos de producción de manera significativa. Esta situación podría desencadenar ventas de pánico en el mercado ganadero. Incluso si llegaran lluvias en el futuro cercano, la calidad y la cantidad del pasto no serían suficientes para garantizar una nutrición adecuada para el ganado. Se prevé que esta carestía de pastura se extienda al próximo año, lo que podría agravar aún más la situación en el sector ganadero.
Chihuahua, como tercer productor de frijol a nivel nacional, despliega una influencia considerable en el suministro de alimentos básicos, sobre todo en el norte del país. Además, es responsable de aproximadamente el 30% de la producción de maíz amarillo. Ante la disminución drástica en la producción de estos cultivos, se prevé un incremento en la importación de estos insumos, lo que podría afectar la estabilidad del sector pecuario.
Un panorama sombrío se cierne sobre Chihuahua, y a pesar de que las condiciones climáticas impredecibles han sido un desafío constante para los agricultores y ganaderos de la región, la magnitud de la sequía actual ha dejado a muchos en una situación de desamparo. Víctor Quintana subraya la urgente necesidad de establecer un comité de emergencia que aborde tanto la sequía como la crisis en la producción de alimentos, una medida esencial para salvaguardar la seguridad alimentaria y el bienestar de la región en un futuro inmediato.