Se le acabó el exilio dorado
La transformación del país que encabeza el presidente Andrés Manuel López Obrador no solo ha implicado combatir la corrupción institucional desde sus raíces, sino también evidenciar la doble moral de los gobiernos del pasado, que durante décadas tejieron redes de impunidad, privilegios y enriquecimiento ilícito. Hoy, gracias al compromiso férreo de la Cuarta Transformación (4T), la justicia comienza a tocar la puerta de quienes antes se creían intocables. Uno de esos casos es el del ex presidente priista Enrique Peña Nieto, quien podría enfrentar por fin las consecuencias legales de su participación en la compra del software de espionaje Pegasus.

La Fiscalía General de la República (FGR), bajo la dirección del fiscal Alejandro Gertz Manero, ha dado un paso crucial al anunciar la apertura de una carpeta de investigación contra Peña Nieto por su presunta participación en sobornos relacionados con la adquisición de Pegasus, un software diseñado para espiar a opositores, periodistas y activistas. Aunque el exmandatario niega tajantemente los hechos, esta vez las pruebas son claras, precisas y documentadas, como lo ha señalado el fiscal: hay evidencia específica de la relación entre el gobierno de Peña Nieto y las empresas israelíes que vendieron este software.
Este anuncio marca un antes y un después. Durante años, Peña Nieto disfrutó de un trato casi indulgente. A diferencia de los ex panistas Vicente Fox y Felipe Calderón, quienes abiertamente se opusieron a la llegada de López Obrador a la presidencia, el priista mexiquense no obstaculizó su ascenso. De hecho, al colocar como candidato presidencial en 2018 al gris tecnócrata José Antonio Meade, en un movimiento que muchos interpretaron como una rendición pactada, facilitó el triunfo arrasador del ahora presidente. Esa actitud le valió a Peña Nieto una retirada sin sobresaltos, con el boleto dorado al exilio dorado en España, donde ha sido visto en lugares lujosos, rodeado de mujeres hermosas y llevando una vida que dista mucho del México que dejó en ruinas.
Pero como dice el dicho, “todo lo que sube, baja”. Ahora, el llamado “xocoyote” del desaparecido Grupo Atlacomulco podría terminar por caer, no por los escándalos monumentales de Odebrecht que hábilmente logró esquivar, sino por unos cuantos millones de dólares ligados a espionaje. Ironías de la historia: el mismo personaje que simboliza el último respiro del viejo PRI, el rostro televisivo de la corrupción y la frivolidad, está a punto de enfrentar la justicia que nunca llegó durante su mandato ni en los años posteriores. Esta es la justicia que la 4T prometió y que ahora comienza a cumplirse.
La decisión de la FGR es un acto de justicia histórica. Representa un mensaje poderoso: nadie está por encima de la ley. La transformación no es solo una narrativa; es una acción constante que busca romper con el pacto de impunidad que sostuvo al régimen neoliberal. No se trata de una persecución política, como la oposición intentará hacer creer, sino del cumplimiento de un deber con el pueblo mexicano, que ha exigido justicia durante décadas.
Pero mientras algunos exmandatarios enfrentan las consecuencias de su pasado, otros sectores del poder económico comienzan a sentir también el peso de las decisiones internacionales. El caso de Grupo México, la principal empresa productora y exportadora de cobre en el país, ejemplifica cómo la dinámica económica global puede repercutir en los intereses de los grandes capitales nacionales. Germán Larrea, dueño del conglomerado y segundo hombre más rico de México según Forbes, enfrenta ahora un escenario complejo ante el anuncio del ex presidente estadounidense Donald Trump de aplicar un arancel del 50% a la importación de cobre.
Aunque esta medida busca proteger la producción local de Estados Unidos, afectará directamente a Grupo México. La empresa cuenta con filiales en territorio estadounidense, lo que podría mitigar el impacto, pero un impuesto de tal magnitud rompe con las reglas del libre comercio y pone en jaque la rentabilidad de sus exportaciones. Ante esta situación, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha mostrado una postura prudente, pero firme. Expresó que primero se debe entender bien a qué se aplica la medida y que ya se están realizando los contactos necesarios con las autoridades estadounidenses para tener una posición precisa. Ebrard demuestra así que el gobierno mexicano no permitirá que se vulneren los intereses nacionales sin dar la batalla diplomática correspondiente.
Este episodio evidencia también la contradicción de una oligarquía empresarial que durante décadas tuvo carta blanca en los gobiernos del PRI y del PAN. Hoy, los grandes capitales están obligados a negociar con un Estado que ya no se subordina a sus intereses, sino que pone al pueblo primero. La Cuarta Transformación ha dado voz a los trabajadores, a las comunidades afectadas por los megaproyectos, y ha desmontado poco a poco el sistema de privilegios que permitió a unos cuantos amasar fortunas obscenas a costa del bienestar de la mayoría.
En contraste con estos viejos poderes económicos y políticos, el gobierno de la 4T sigue mostrando sensibilidad hacia los sectores más vulnerables. Prueba de ello es el reciente compromiso de la Dirección General de Radio UNAM, encabezada por Benito Taibo, de revisar y atender una serie de demandas laborales que durante más de una década fueron ignoradas por las autoridades universitarias. Tras una reunión sostenida el 1º de julio, se acordó instalar mesas de trabajo para analizar temas fundamentales como pagos puntuales, la creación de tabuladores salariales, la erradicación de pagos inequitativos, el cese de la violencia laboral, la formalización de contratos y la atención específica a trabajadores adultos mayores en situación de vulnerabilidad.
Este compromiso representa un avance significativo en la lucha por los derechos laborales dentro de una institución clave en la vida cultural y educativa del país. Benito Taibo fue claro: habrá aumento. La rectoría y la Coordinación de Difusión Cultural ya están revisando el tema. Este tipo de acciones son la esencia de la transformación: justicia laboral, dignidad para los trabajadores, diálogo abierto y solución a conflictos históricos.
La oposición podrá seguir vociferando desde sus trincheras mediáticas, tratando de sembrar desinformación y nostalgia por un régimen que solo benefició a los de siempre. Podrán intentar revivir a personajes como Xóchitl Gálvez, disfrazándolos de “ciudadanos”, cuando en realidad representan al viejo régimen de privilegios, corrupción y simulación. Pero el pueblo ya despertó. Sabe distinguir entre quienes gobernaron para servirse y quienes hoy gobiernan para servir.
Mientras la justicia comienza a llamar a cuentas a Peña Nieto, mientras se defienden los intereses de la nación frente a medidas unilaterales extranjeras, y mientras se responde con humanidad y compromiso a las demandas de los trabajadores, queda claro que la Cuarta Transformación no es un eslogan. Es una realidad viva que se construye todos los días con hechos, con convicción y con el respaldo de un pueblo que ya no se deja engañar.
La historia apenas comienza a poner las piezas en su lugar. Los intocables del ayer empiezan a conocer el rigor de la ley. El México del futuro se está construyendo con verdad, con justicia y con esperanza. Y en ese camino, no hay marcha atrás.