Preocupa en México nuevo intento de expansión petrolera de Trump en el Golfo
El anuncio del gobierno de Donald Trump para realizar una nueva venta masiva de derechos de perforación de petróleo y gas en el Golfo de México, rebautizado por el propio expresidente como “Golfo de Estados Unidos”, ha encendido alertas en diversos sectores mexicanos, tanto por las implicaciones ambientales como por el desafío geopolítico que supone esta postura expansionista hacia un mar compartido.

La Oficina de Administración de Energía Oceánica (BOEM, por sus siglas en inglés), dependencia del Departamento del Interior de Estados Unidos, ha confirmado que la subasta se celebrará el próximo 10 de diciembre, ofertando aproximadamente 80 millones de acres —unos 324 mil kilómetros cuadrados— de territorio marítimo, en lo que representa la primera venta del programa quinquenal de perforación en alta mar instaurado en la administración de Joe Biden, el cual se caracterizó por contener el menor número de subastas en la historia reciente.
En concreto, se trata de unos 15 mil bloques situados entre 4.8 y 372 kilómetros mar adentro, lo que despierta preocupación en México por su cercanía a la Zona Económica Exclusiva del país. Además, el canon de arrendamiento propuesto es de apenas 16.67 por ciento, el más bajo desde 2007, lo que podría incentivar aún más la actividad petrolera en la región, con potenciales consecuencias ambientales transfronterizas.
El subdirector principal del BOEM, Matt Giacona, justificó la medida al señalar que “el petróleo y el gas en alta mar desempeñan un papel vital en la cartera energética de nuestro país”, resaltando que el Golfo —que calificó como “de América”— suministra el 14 por ciento del petróleo producido en Estados Unidos. En esa línea, el funcionario afirmó que esta venta “demuestra el compromiso del BOEM para avanzar en el dominio de la energía estadounidense”.
Para México, esta narrativa y acciones resultan preocupantes. No solo por la renombrada intención de apropiación simbólica del Golfo de México por parte de Trump, sino por los efectos directos que una intensificación de la actividad petrolera puede tener en los ecosistemas marinos, compartidos en gran parte con las aguas mexicanas. Además, esto podría impactar negativamente los esfuerzos que realiza el Gobierno de México en materia de sustentabilidad energética y soberanía sobre sus recursos naturales.
La estrategia estadounidense, que coincide con un contexto electoral y una campaña marcada por el discurso nacionalista y expansionista de Trump, también representa una señal de advertencia para la política energética mexicana. Mientras México fortalece su soberanía en el sector energético, promueve una transición sustentable y protege sus recursos estratégicos, Estados Unidos intensifica su dominio en el Golfo con fines claramente económicos.
Frente a esta situación, México debe mantener una postura firme en la defensa de su soberanía marítima, su riqueza energética y la protección ambiental del Golfo. Las autoridades nacionales, junto con instancias internacionales, deberán vigilar que estas acciones unilaterales del vecino del norte no comprometan ni el equilibrio ecológico ni los intereses energéticos de nuestro país.