Pox: el alma líquida de los Altos de Chiapas

En las comunidades indígenas de Chiapas, el pox, una bebida destilada a base de maíz, trasciende el concepto de licor para convertirse en un símbolo de espiritualidad, tradición y curación. Esta “bebida sagrada” ocupa un lugar central en la vida cotidiana y ceremonial de los pueblos tsotsiles y tseltales, como lo explica Fortino Sánchez, originario de Zinacantán, un municipio de los Altos de Chiapas.

“El pox está presente desde que una persona nace hasta que muere. Es una forma de ofrendar a los dioses mayas, de celebrar la vida y de curar el cuerpo y el alma”, afirmó Sánchez, quien regresó a su comunidad tras cursar ingeniería civil en la Ciudad de México para rescatar y preservar esta tradición ancestral.

Ritualidad y espiritualidad

En Zinacantán, principal productor de flores en Chiapas, el pox es esencial en ceremonias de todo tipo. Desde el nacimiento de un niño, cuando se ofrece a los dioses como símbolo de agradecimiento, hasta rituales en tiempos de tormentas, los habitantes lo utilizan para comunicarse con las deidades. “Cuando azota un viento fuerte, salimos a ofrendar pox al dios de la lluvia en las esquinas, pidiéndole que calme su castigo”, relató Sánchez.

Durante las bodas, también cumple un papel simbólico: se vierte un poco de pox en las ollas donde se cocina la comida para purificar los alimentos y alejar las energías negativas. Asimismo, es fundamental en actos de curación y en las prácticas de los curanderos, quienes lo emplean como un puente entre los hombres y los dioses mayas.

“El pox nunca falta en las ceremonias tradicionales. Está hecho a base de maíz, el alimento sagrado de nuestra cultura, por lo que no se puede maldecir ni desperdiciar”, enfatizó Sánchez. Según las creencias, arrojar pox es un acto que conlleva consecuencias espirituales: “Al morir, quien lo derrama tendrá que lamer el lugar donde lo tiró por toda la eternidad”.

Rescate cultural y reinvención

Fortino Sánchez fundó una destilería en Zinacantán, donde produce pox siguiendo métodos ancestrales. Con ollas de barro y maíz, piloncillo, agua y salvado de trigo, ha logrado elaborar esta bebida en 24 sabores que incluyen cardamomo, jamaica, café y cempasúchil. Más allá de comercializarla, su objetivo es compartir la cultura de Zinacantán. “De aquí no sales borracho, sales poxeido”, se lee en un letrero en su destilería “Corazón de Zinacantán”.

Perspectivas académicas

Para el investigador tsotsil Enrique Pérez López, el pox es una bebida con fuertes connotaciones rituales. En Chamula, se le describe como “el rocío de los pies y las manos del señor del cielo y de San Juan, el santo patrono”. Sin embargo, aclaró que su sacralidad depende del contexto. “No en cualquier momento el pox es una bebida sagrada; solo lo es en actos rituales o festivos”, señaló.

En actos de curación, se le atribuyen poderes especiales para liberar almas atrapadas por seres malignos. “El pox, cuyo nombre significa ‘medicina’ en tsotsil, embriaga a estos seres, permitiendo la liberación del alma”, explicó Pérez López.

Producido en comunidades como Zinacantán, Chamula y especialmente Cruztón, conocido como “la capital del pox”, esta bebida sigue siendo un emblema de resistencia cultural y espiritualidad en los Altos de Chiapas.