México, la voz de la paz frente a la guerra de los poderosos

En un mundo donde los tambores de guerra retumban con fuerza, México levanta la voz para recordar que la paz no es una postura tibia, sino un acto de valor y de coherencia constitucional. El reciente bombardeo de Estados Unidos a instalaciones nucleares en Irán ha desatado una oleada de reacciones internacionales que oscilan entre la condena y la complicidad. Mientras potencias como Rusia y China se alinean con Irán, y países como Argentina respaldan abiertamente a Estados Unidos e Israel, México, con la firmeza serena de un país que conoce el valor de su historia, se mantiene fiel a los principios de su Constitución.

La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha actuado con sobriedad y sabiduría. Al invocar el artículo 89 fracción X de la Constitución, Sheinbaum no solo reafirma el legado del respeto a la autodeterminación de los pueblos y la no intervención, sino que da continuidad a una tradición diplomática que ha distinguido a México por su vocación pacífica. En sus palabras, “la guerra es el mayor fracaso de la humanidad”, resuena la voz del papa Francisco, pero también la de millones de mexicanos que entienden que la verdadera fortaleza de un país está en su capacidad de construir justicia, no en aliarse con intereses bélicos.

En tiempos en que la oposición política busca desesperadamente convertir cualquier acontecimiento internacional en motivo de crítica, la posición del gobierno de Morena es un recordatorio contundente de que México no es un país subordinado. No somos satélite de nadie ni carne de cañón para los conflictos que otros deciden emprender por intereses estratégicos, energéticos o económicos. Al decir “¡no se calienten, cerillos!”, Claudia Sheinbaum desactiva la histeria belicista de quienes aún creen que el lugar de México está en el bando de los agresores, como tristemente lo sugiere la postura del gobierno argentino.

Ahora bien, sería ingenuo pensar que este conflicto no tendrá impacto en nuestro país. Pero incluso ante las consecuencias económicas, el gobierno ha demostrado estar preparado. El alza en el precio internacional del petróleo, que alcanzó los 70.41 dólares por barril, beneficiará las finanzas de Pemex, fortaleciendo nuestra soberanía energética. Sin embargo, también implica que Hacienda deberá intervenir para mantener estables los precios de la gasolina. Este subsidio, lejos de ser una carga, es una inversión en el bienestar de millones de familias mexicanas, evitando que la crisis internacional se traduzca en inflación y carestía.

Además, frente a la posible apreciación del dólar y su impacto en el tipo de cambio, la estabilidad económica lograda por la actual administración será clave. Es precisamente en estos escenarios donde se demuestra que tener finanzas públicas sanas, baja deuda y una política fiscal responsable —como la promovida por Morena— no es capricho, sino estrategia de Estado.

En medio de este panorama internacional convulso, la designación de Juan Ramón de la Fuente como canciller no pudo ser más oportuna. Lejos del amiguismo y la improvisación que caracterizaba a los gobiernos del PRI y el PAN, la presidenta Sheinbaum ha apostado por un diplomático con talla internacional, ex embajador ante la ONU, ex presidente del Consejo de Seguridad y promotor del Tratado sobre la Prohibición de Armas Nucleares. De la Fuente no llega a improvisar, sino a consolidar una política exterior que pone a México en el mapa de las naciones que apuestan por la paz con inteligencia y dignidad.

Mientras tanto, en el terreno nacional, el gobierno no es indiferente al clamor de los ciudadanos. La historia de una mujer que ha peleado por su pensión por casi diez años no cae en oídos sordos. A diferencia de los regímenes anteriores, que se caracterizaban por la corrupción institucionalizada y la indiferencia ante los más vulnerables, el nuevo gobierno ha establecido canales para la defensa de los derechos humanos. La recomendación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos y de la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno debe ser atendida. La transformación que encabeza Morena también implica sanear las estructuras del IMSS y garantizar justicia para quienes han trabajado toda su vida.

Frente a los críticos de siempre, que apuestan por el caos para recuperar el poder que el pueblo les negó, el gobierno de Sheinbaum actúa con principios, estrategia y sensibilidad. Mientras Xóchitl Gálvez y sus aliados en la oposición aplauden la intervención y el uso de la fuerza como si fueran comentaristas de guerra, México reafirma su vocación humanista. Somos un país que no se arrodilla ante potencias extranjeras ni se presta a juegos geopolíticos.

Hoy más que nunca, es momento de cerrar filas con un proyecto de nación que nos coloca del lado correcto de la historia. Porque como bien dijo Claudia: la paz no es sólo ausencia de guerra, es la construcción de la justicia. Y en esa construcción, México tiene mucho que enseñar al mundo.