México enfrenta desafío para reducir déficit fiscal en 2025
El déficit fiscal de México se enfrenta a límites claros para su reducción en 2025, ya que sólo podría disminuirse entre uno y 1.5 puntos porcentuales del producto interno bruto (PIB), lo que implica un ajuste en el gasto público de al menos 280 mil millones de pesos, según estimaciones de Arely Medina, economista de Citibanamex, y Jorge Gordillo, director de análisis económico de CIBanco. Este ajuste permitiría reducir el déficit fiscal previsto de 5.9 por ciento del PIB para 2024 a entre 5 y 4.4 por ciento en 2025, sin embargo, consideran inviable llegar al 3 por ciento propuesto por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
Medina y Gordillo, entrevistados por separado, coincidieron en que el recorte de infraestructura, al finalizar proyectos prioritarios como el Tren Maya, no será suficiente para reducir significativamente el déficit. En este sentido, los datos de la SHCP indican que el déficit fiscal actual es el más alto en 35 años, alcanzando el 5.9 por ciento del PIB en 2024. Para contrastar, en 2009 el déficit fue de 2 por ciento del PIB, aumentando a 3 por ciento durante el mandato de Enrique Peña Nieto y estabilizándose en los primeros años de la administración de Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, subió nuevamente en 2023 a 4.1 por ciento y llegará a 5.9 por ciento en 2024, de acuerdo con las previsiones oficiales.
Esta semana, la SHCP presentará el paquete económico de 2025, que incluirá el Presupuesto de Egresos y la Ley de Ingresos de la Federación, con los cuales la administración en curso definirá sus metas en términos fiscales, presupuestales y de endeudamiento. El déficit fiscal para el cierre de 2025 será uno de los datos más esperados en dicho documento, ya que marca la ruta a seguir en el primer año completo de la nueva administración.
Desde Citibanamex, Arely Medina proyecta un crecimiento económico limitado, de apenas 0.2 por ciento para 2025, lo que podría verse afectado negativamente si se implementa una política fiscal contracíclica. “Un gasto demasiado restrictivo podría desincentivar aún más la actividad económica, provocando incluso un crecimiento negativo en el PIB”, afirmó. En este contexto, bajar el déficit de 5.9 a 4 o 4.5 por ciento sería una meta factible y razonable, pues Citibanamex estima que en 2024 el déficit podría superar el 6 por ciento.
Para Medina, un escenario de déficit moderado de 4 por ciento del PIB en 2025 es viable, mientras que en un escenario de gasto deseable para atender necesidades de salud, educación e infraestructura, el déficit sería cercano al 5.9 por ciento.
Por su parte, Jorge Gordillo indicó que reducir el déficit de 6 a 5 o incluso 4 por ciento del PIB enviaría un mensaje positivo a calificadoras e inversionistas. Sin embargo, considera improbable una reducción al 3 por ciento debido a los programas sociales constitucionales, la continuidad de proyectos de infraestructura y la necesidad de fomentar la inversión extranjera y el nearshoring. “El gobierno no reducirá los programas sociales ni la inversión, que también abarca proyectos de economía sustentable”, afirmó.
Gordillo subrayó que México aún cuenta con cierto margen de endeudamiento, y aunque el nivel de déficit actual no es crítico, es crucial que las calificadoras perciban que el gobierno planea revertir esta situación a mediano plazo. Para el analista, una recuperación económica sostenida es posible en los próximos seis años, pero dependerá de la credibilidad de los planes fiscales. “La confianza del inversionista y del empresario está en duda, y el gobierno debe presentar un presupuesto creíble y sostenible”, concluyó.
En su análisis, Gordillo también indicó que el gasto público ha crecido más rápido que los ingresos, sin traducirse en un crecimiento económico significativo. Al mismo tiempo, los altos niveles de déficit están acompañados de una desaceleración económica, lo que impide incrementar el gasto sin comprometer la estabilidad fiscal del país. En este sentido, ambos analistas coinciden en que reducir el déficit es una necesidad imperante, pero el reto radica en lograrlo de manera que el presupuesto sea sostenible para cumplir con las expectativas de las calificadoras y de los mercados internacionales.