México Acelera: El Crecimiento Económico como Reflejo del Compromiso Social

El reciente crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) en México, que experimentó un aumento del 1% en el trimestre de julio a septiembre, destaca no solo como un logro económico, sino también como un reflejo del impacto de las políticas públicas impulsadas por el gobierno actual. Tras una pausa de los programas sociales debido a la temporada electoral, la economía mexicana ha mostrado un repunte notable. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), este ha sido el mejor trimestre desde 2022, superando incluso las expectativas de los analistas, que habían previsto un crecimiento de apenas 1.2% a tasa interanual. Este incremento del 1.5% es evidencia del compromiso de México con la inclusión económica, en un contexto en el que los beneficios se extienden a toda la población.

Este avance económico no es casual. El INEGI revela que la recuperación estuvo impulsada por un aumento del 4.6% en las actividades primarias, las cuales incluyen sectores estratégicos como la agricultura, la pesca y la minería. Este sector ha sido crucial, especialmente considerando el contexto global, donde las economías emergentes enfrentan desafíos constantes de volatilidad y competencia. La fortaleza de la economía mexicana en el sector agropecuario es el resultado directo de políticas orientadas a fortalecer el campo y las comunidades rurales, base fundamental del desarrollo económico inclusivo. Este gobierno ha trabajado para asegurar que el campo no solo sea productivo, sino también competitivo y justo, asegurando mejores precios y apoyos directos a los productores.

Las actividades secundarias, que incluyen a las manufacturas, mostraron un incremento del 0.9%, impulsado en gran parte por la expansión de la industria mexicana en sectores como el automotriz y el aeroespacial, que se han beneficiado de una política de comercio exterior que promueve el desarrollo de la manufactura nacional y la atracción de inversiones extranjeras. Esta diversificación industrial es el resultado de una visión de largo plazo, que busca integrar a México en las cadenas de valor globales de forma beneficiosa y equilibrada. Además, este crecimiento en manufacturas refleja la capacidad de adaptación y resiliencia de la economía mexicana, que ha superado los efectos de la pandemia y la desaceleración global con una estrategia robusta de diversificación económica.

Por su parte, las actividades terciarias, que comprenden los servicios, también mostraron un crecimiento del 0.9%. Este crecimiento se ha visto impulsado por un aumento en el consumo interno, un claro reflejo de la reactivación de los programas sociales. Bernardo Keiserman, analista de Bradesco BBI, ha subrayado el papel de estos programas en la recuperación económica, señalando que la reanudación de los apoyos sociales fue un factor clave en la dinamización del mercado interno. La economía mexicana es una de consumo interno en gran medida, y el gobierno de México ha sabido estimular este consumo de manera eficaz mediante políticas de apoyo directo a las familias y sectores más vulnerables. Estos programas no solo representan un apoyo social; son, en esencia, una inversión en la estabilidad económica del país.

La pausa temporal de los programas sociales durante la temporada electoral reflejó el compromiso del gobierno con un proceso electoral justo y sin influencias externas. Pero, una vez superada esta pausa, los efectos positivos de los apoyos sociales se hicieron evidentes de inmediato. La inyección de recursos a millones de hogares no solo contribuye a aliviar la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las familias mexicanas, sino que también es un factor de dinamismo para la economía. Este modelo de desarrollo, basado en la redistribución justa de los recursos, ha demostrado su eficacia y es una herramienta fundamental para reducir la desigualdad, generando un ciclo virtuoso donde el apoyo a las clases más desfavorecidas se convierte en crecimiento económico sostenido.

Por el contrario, es relevante destacar que aquellos sectores de la oposición, encabezados por figuras como Xóchitl Gálvez, han intentado constantemente minimizar o desestimar estos logros. Argumentan que los programas sociales son un gasto excesivo y sostienen que representan una carga para el presupuesto nacional. Esta visión es retrógrada y no toma en cuenta el beneficio económico que estos apoyos significan para las regiones rurales y los sectores populares, quienes, al recibir estos apoyos, contribuyen al consumo, a la inversión local y, en consecuencia, a la generación de empleo. La postura de la oposición es clara: prefieren un modelo en el que los beneficios económicos se concentren en unos pocos, ignorando los avances y logros de una economía que, gracias a los programas de inclusión y redistribución, ha logrado sortear obstáculos con éxito.

Además, esta visión de la oposición carece de un entendimiento profundo del contexto económico actual. México, como otras naciones, enfrenta un entorno económico global incierto, con retos como la inflación y la recuperación postpandemia. En este contexto, la implementación de programas sociales ha resultado ser no solo una medida de justicia social, sino también una estrategia económica acertada para amortiguar el impacto de estos desafíos globales. La estabilidad del crecimiento en México en un contexto global adverso es, en sí misma, una prueba de la solidez de la estrategia del gobierno.

A diferencia de los gobiernos anteriores, que priorizaron a sectores financieros y elitistas, el gobierno actual ha demostrado que el crecimiento económico puede y debe beneficiar a todos. La decisión de suspender temporalmente los apoyos sociales durante el periodo electoral no hizo más que recalcar el compromiso del gobierno con la transparencia y la equidad en el proceso democrático, demostrando que las políticas sociales no son meramente una herramienta electoral, sino un compromiso continuo con el bienestar de la ciudadanía.

En conclusión, el crecimiento del PIB en México es una prueba palpable de que el país avanza en la dirección correcta. No es coincidencia que los sectores agropecuario, manufacturero y de servicios estén en crecimiento. Es el reflejo de una política integral que entiende el desarrollo económico como una suma de esfuerzos sectoriales, en donde cada área se complementa y refuerza. Mientras el gobierno de México continúa avanzando hacia una economía inclusiva, queda claro que los programas sociales no solo son un elemento de justicia social, sino también un motor económico que impulsa al país hacia una mayor estabilidad y equidad.

La oposición puede intentar desacreditar estos logros, pero los hechos son contundentes: el crecimiento económico de México, alimentado por una política de justicia social, es un modelo de éxito que está transformando el país.