La Tigrada de Chilapa: Tradición, Cultura y Resistencia en Guerrero

En la vibrante y colorida localidad de Chilapa de Álvarez, ubicada en la Montaña Baja de Guerrero, se llevó a cabo la emblemática festividad conocida como “la tigrada”, un evento que cada año reúne a miles de personas en honor a Santa María de la Asunción. Este año, la celebración congregó a alrededor de 4 mil danzantes, incluyendo a 300 indígenas nahuas, quienes, con orgullo y devoción, participaron en esta tradición que simboliza la resistencia cultural de la región.

Desde muy temprano, las calles de Chilapa se llenaron de vida y color. Los participantes, ataviados con el tradicional traje amarillo con manchas negras, que imita la piel del jaguar, desfilaron al son de la música de viento. Las máscaras de tigre, meticulosamente talladas en madera por artesanos de Ayahualulco, cubrían los rostros de los danzantes, quienes arrastraban pesadas cadenas de metal, mientras sus “perros” – niños y jóvenes con máscaras de canes – los seguían, golpeando el suelo con palos de otate.

Entre los participantes, destaca la figura de Antonio García Hernández, un nahua del barrio De la Villa, que desde 1978 se ha convertido en un referente de la festividad. Antonio, quien comenzó a participar en la tigrada a los 10 años, recuerda con nostalgia cómo él y sus amigos de infancia, Carlos Villalba y Homero Abarca, se divertían asustando a los vecinos con sus máscaras de tigre. Esta tradición infantil, en la que los niños encadenaban a otros a un poste de luz y los obligaban a comer algo picoso, se ha mantenido viva en la memoria colectiva de Chilapa.

La “tigrada” no solo es una muestra de la rica cultura nahua, sino también una manifestación de resistencia ante las adversidades que enfrenta la región. En los últimos años, la violencia generada por la presencia del grupo delincuencial Los Ardillos ha empañado la alegría de la festividad. Sin embargo, la comunidad se ha mantenido firme en su decisión de preservar sus tradiciones, como un acto de resistencia cultural y espiritual.

Este año, la seguridad fue reforzada con la presencia de elementos de la Guardia Nacional y policías municipales encapuchados, quienes resguardaron las entradas y salidas de la localidad, garantizando que la festividad se desarrollara en paz.

La celebración no solo se limita a Chilapa, sino que se extiende a otros municipios de Guerrero, como Chilpancingo, Mochitlán, Quechultenango, Ahuacuotzingo, y más. Incluso, este año contó con la participación especial de los indios broncos, un grupo de danzantes provenientes del estado de Coahuila, que trajeron un toque único a la festividad.

Conocida en otras regiones como la festividad de los tecuanes, la tigrada de Chilapa tiene un carácter especial, centrado en la figura del jaguar y la Virgen de Santa María de la Asunción, la imagen principal de la catedral local. El evento no solo es una muestra de devoción religiosa, sino también una oportunidad para que las distintas comunidades de Guerrero se unan en una celebración de su identidad cultural, a pesar de los retos que enfrentan.

Así, la tigrada de Chilapa se erige como un testimonio de la fortaleza y el espíritu indomable de los pueblos indígenas de Guerrero, quienes a través de sus tradiciones, siguen manteniendo viva la llama de su cultura, resistiendo las adversidades y celebrando la vida en comunidad.