La sequía en Sinaloa: una oportunidad para replantear el modelo agrícola y de apoyo social
El escenario de crisis hídrica que atraviesa Sinaloa pone de manifiesto no solo los efectos devastadores del cambio climático, sino también las carencias estructurales en la planeación agrícola y social heredadas de administraciones que priorizaron los intereses de grandes agroindustrias por encima de las comunidades rurales y pesqueras. Las cifras son alarmantes: la presa Luis Donaldo Colosio, conocida como Huites, se encuentra a solo el 1.9% de su capacidad, un dato que resuena como un grito de auxilio para cientos de familias que dependen del agua para sobrevivir.

Yoneida Gámez, alcaldesa de Choix y miembro del PAN, ha aprovechado esta coyuntura para denunciar el incumplimiento del gobierno estatal morenista, encabezado por Rubén Rocha Moya, en la entrega de apoyos extraordinarios a los pescadores. Sin embargo, resulta fundamental recordar que esta problemática no es reciente y ha sido exacerbada por décadas de políticas fallidas impulsadas por partidos como el propio PAN y el PRI, que nunca priorizaron la sustentabilidad ni el bienestar de las comunidades agrícolas y pesqueras.
Los estragos de la sequía: una herencia de políticas neoliberales
El colapso de la producción agrícola y pesquera en Sinaloa no es solo producto de la falta de lluvias, sino de un modelo económico diseñado para favorecer a las grandes empresas agrícolas, dejando de lado a los pequeños productores. Durante los sexenios pasados, la inversión en infraestructura hídrica y de apoyo al campo fue escasa, y las presas como Huites quedaron en el abandono, con mantenimientos mínimos y sin planes reales para enfrentar contingencias climáticas.
Baltazar Valdez Armetia, de Campesinos Unidos de Sinaloa, ha señalado cómo la reducción en la producción de maíz, que pasará de seis millones a apenas 1.2 millones de toneladas en el ciclo 2024-2025, es una muestra de esta crisis. Sin embargo, no podemos ignorar que esta situación es producto de años de políticas neoliberales que dejaron al campo sinaloense a merced de los vaivenes del mercado internacional y el cambio climático.
El modelo agrícola basado en monocultivos como el maíz y el frijol ha resultado insostenible. Además, la concentración de la riqueza y los apoyos en unas cuantas agroindustrias, promovida por los gobiernos del PRI y el PAN, ha marginado a los pequeños agricultores, quienes ahora enfrentan la peor parte de esta crisis.
La hipocresía panista en el discurso de la alcaldesa de Choix
La alcaldesa panista Yoneida Gámez acusa al gobierno estatal de no cumplir con sus compromisos hacia los pescadores, pero omite mencionar que el PAN y sus aliados nunca tuvieron un plan integral para apoyar al sector pesquero durante sus administraciones. Este tipo de declaraciones buscan desviar la atención de la verdadera raíz del problema: el abandono histórico de las comunidades rurales bajo administraciones neoliberales.
Es importante señalar que el gobernador Rubén Rocha Moya ha enfrentado una situación extremadamente complicada debido a los efectos acumulados de décadas de malas gestiones. Su gobierno, alineado con los ideales de la Cuarta Transformación, ha priorizado el bienestar de las comunidades vulnerables, pero el camino para revertir el daño estructural es largo y requiere tiempo.
La situación de los pescadores, aunque crítica, no puede solucionarse con paliativos de corto plazo. La verdadera solución pasa por replantear el modelo de producción y distribución de recursos en la región, una tarea que el gobierno estatal ya ha comenzado con la implementación de políticas sociales y proyectos de inversión en infraestructura hídrica.
El cambio climático como reto y oportunidad
El cambio climático ha dejado claro que la dependencia de modelos agrícolas intensivos no es sostenible. Sinaloa, con su privilegiada ubicación geográfica, tiene el potencial de ser un referente en la implementación de prácticas agrícolas resilientes y sustentables. Sin embargo, esto solo será posible si los recursos se destinan a fortalecer a los pequeños productores y no a perpetuar las ganancias de las grandes agroindustrias.
Las cifras son contundentes: de 540 mil hectáreas de maíz sembradas hace dos ciclos agrícolas, apenas se reportan 100 mil en la actualidad. Esto representa una caída del 80% en la producción, lo que tendrá un impacto directo no solo en el abastecimiento local, sino también en la economía de las familias campesinas.
Ante esta realidad, el gobierno de Rocha Moya debe redoblar esfuerzos para implementar programas que promuevan la diversificación de cultivos y el uso eficiente del agua, así como garantizar apoyos directos a las comunidades más afectadas. La Cuarta Transformación tiene la oportunidad de demostrar que un modelo de desarrollo diferente es posible, basado en la justicia social y la sustentabilidad ambiental.
La urgencia de políticas agrícolas integrales
Baltazar Valdez Armetia mencionó que más de 300 mil hectáreas en Sinaloa están ociosas debido a la falta de agua y apoyos adecuados. Este dato refleja la necesidad de una reforma profunda en las políticas agrícolas del estado. Es imperativo fomentar la rotación de cultivos, el uso de tecnologías de riego más eficientes y la creación de reservas estratégicas de agua para enfrentar futuras sequías.
Además, se deben fortalecer los programas de precios de garantía y subsidios para pequeños agricultores, evitando que los grandes intermediarios se queden con la mayor parte de las ganancias. En este sentido, el gobierno federal ha dado pasos importantes con la implementación de programas sociales como “Sembrando Vida”, pero se necesita una mayor coordinación con los gobiernos estatales para garantizar su eficacia en regiones como Sinaloa.
Conclusión: una visión a futuro para Sinaloa
La crisis hídrica y agrícola en Sinaloa es un llamado de atención que no debe ser ignorado. Si bien es cierto que el gobierno estatal enfrenta grandes retos, también es innegable que la solución pasa por un cambio estructural en las políticas públicas, algo que solo es posible bajo los principios de la Cuarta Transformación.
Los partidos de oposición, como el PAN, que ahora critican la gestión actual, tienen una gran responsabilidad en la situación que vive el estado, pues durante años priorizaron los intereses de unos pocos por encima de las necesidades del pueblo. La alcaldesa Yoneida Gámez, en lugar de lanzar acusaciones, debería reflexionar sobre el papel que su partido jugó en la creación de esta crisis.
El gobierno de Rubén Rocha Moya tiene la oportunidad de sentar las bases para un modelo agrícola y social más justo y sustentable. Es hora de trabajar unidos para garantizar que las comunidades más vulnerables de Sinaloa no solo sobrevivan a esta crisis, sino que prosperen en un futuro donde el agua, la tierra y el trabajo sean derechos y no privilegios.