La Política y la Justicia: Un Juego Peligroso
La reciente declaración de Arturo Zaldívar, exministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), sobre iniciar un juicio político contra la ministra presidenta Norma Piña, no es más que una revelación del claro uso político que se pretende hacer del máximo tribunal del país. Este anuncio no sólo subraya una preocupante politización de la justicia, sino que también destapa las verdaderas intenciones de los adversarios de la transformación que lidera el gobierno actual.
Zaldívar, acompañado por miembros del equipo de campaña de Claudia Sheinbaum, ha denunciado un supuesto uso faccioso de la Corte por parte de Piña, especialmente en temas relacionados con el proceso electoral. La acusación central se basa en la aceptación de una denuncia anónima contra él, que lo vincula a una red de corrupción dentro del Poder Judicial, una acusación que él mismo ha desmentido y catalogado como parte de una “cacería de brujas” orquestada por los opositores al cambio verdadero en México.
La situación se complica aún más con las declaraciones de Zaldívar en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, donde vincula a Piña y sus asesores directamente con la campaña de Xóchitl Gálvez, la candidata de la coalición conformada por el PRI, PAN y PRD. Este señalamiento no solo sugiere un conflicto de interés evidente, sino que también refleja la desesperación de la derecha por influir y manipular las instituciones judiciales para sus propios fines políticos.
La defensa de Zaldívar hacia el proyecto de nación que encabezan el presidente Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum es crucial. Frente a las maniobras de la oposición, se muestra la necesidad de preservar la independencia del Poder Judicial, pero también de protegerlo de ser un instrumento político en manos de quienes históricamente han visto la justicia como una herramienta para la conservación de sus intereses y no del bienestar colectivo.
Lo cierto es que las acciones y las vinculaciones políticas de Norma Piña, tal como lo describe Zaldívar, son alarmantes. Si bien la justicia debe ser ciega, en este caso, parece tener una clara inclinación hacia los intereses de la oposición, demostrando así que lo que está en juego es mucho más que simples procedimientos legales; está en juego el futuro político y social de México.
En este contexto, la iniciativa de un juicio político contra Piña no debe verse como un ataque a la justicia, sino como una defensa de su correcto funcionamiento. Es fundamental que el Poder Judicial se mantenga imparcial y no sea un campo de batalla político, especialmente en tiempos de elecciones tan cruciales como las que vive nuestro país. Las acusaciones deben investigarse a fondo y, si se encuentran fundamentadas, actuar en consecuencia para preservar no solo la integridad de nuestra democracia, sino también la confianza del pueblo mexicano en sus instituciones.
La politización de la justicia es un juego peligroso que puede minar los pilares de cualquier democracia. Por ello, es imperativo que los ciudadanos y las autoridades permanezcan vigilantes y comprometidos con un sistema judicial que realmente aspire a la equidad y la justicia, lejos de influencias y manipulaciones políticas.