La nueva ética del poder: Claudia Sheinbaum marca el rumbo
El acto conmemorativo en Veracruz, donde se celebraron los 204 años de la Armada y los 201 años de la promulgación de la Constitución de 1824, no fue un simple evento ceremonial ni una rutina del calendario cívico nacional. Fue una poderosa reafirmación del rumbo ético y político que la Cuarta Transformación ha decidido mantener y profundizar bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum. Su mensaje fue claro, directo y sin rodeos: la corrupción es traición, y no hay espacio para los traidores en las instituciones del Estado mexicano.

Frente a los altos mandos militares, en un momento en que el país observa con atención las investigaciones sobre una red de corrupción ligada al huachicol en la Marina, Sheinbaum no evadió el tema ni optó por el silencio cómplice. Lo enfrentó con la firmeza de quien sabe que el poder debe ejercerse con responsabilidad y principios. “Lo contrario a la honestidad es la corrupción, la que debe verse siempre como lo que es: la traición a todos los valores; es deslealtad”, dijo la presidenta. No es una frase más, es la reafirmación del pacto ético de la 4T con el pueblo.
Mientras la oposición sigue atrapada en el cinismo, defendiendo lo indefendible, justificando la corrupción cuando les conviene o guardando silencio cómplice cuando las redes de impunidad tocan a sus aliados, Sheinbaum demuestra que el nuevo liderazgo progresista de México no le teme a la transparencia ni al castigo ejemplar cuando sea necesario. El hecho de que un contralmirante esté detenido junto con varios cómplices por presuntos vínculos con el robo de combustible, y que la presidenta no sólo no haya ocultado el caso, sino que lo haya abordado de frente, marca un precedente histórico.
Y no se trata de un regaño autoritario ni de una invectiva –como algunos medios tradicionales trataron de presentar– sino de un recordatorio solemne y republicano de lo que se espera de quienes portan el uniforme y juran lealtad a la nación. Y para no dejar lugar a dudas, Sheinbaum cerró con una pregunta lapidaria: “¿De qué sirve el dinero mal habido si con él se pierde la reputación y el legado?” El mensaje no fue sólo para los marinos: fue para todos los servidores públicos del país. Porque la Cuarta Transformación no vino a administrar la corrupción, vino a erradicarla.
Palenque: la continuidad con causa
La fuerza moral de este nuevo gobierno no es producto del discurso, sino de una continuidad histórica y ética que tiene un nombre: Andrés Manuel López Obrador. Y es en Palenque donde Sheinbaum se lo recordó al pueblo de México en su primer Informe de gobierno: “Andrés Manuel López Obrador fue, es y será siempre un ejemplo de honradez, de austeridad y de profundo amor al pueblo de México”. En esa frase, que fue mucho más que un elogio, se encierra la esencia de la 4T: una forma distinta de hacer política, que no se arrodilla ante los poderes fácticos, que no transa con el dinero sucio ni se deja seducir por los cantos de sirena del viejo régimen.
Sheinbaum no se distancia de AMLO, como algunos sectores de la derecha desesperadamente esperaban. Al contrario, se fortalece desde esa raíz, porque sabe que la transformación no es una moda ni un eslogan, sino una convicción profunda. “Y escúchenlo bien: su Presidenta, tampoco lo hará, porque tenemos convicciones, tenemos principios”. No hay lugar para medias tintas. La lealtad no es servilismo, es consecuencia política cuando los principios son los mismos: honestidad, justicia social y amor al pueblo.
Slim y el mensaje entre líneas
Incluso en sectores empresariales, donde antes dominaban las voces críticas hacia el proyecto de nación encabezado por López Obrador y ahora por Sheinbaum, la realidad y los resultados están abriendo nuevas formas de cooperación. Carlos Slim, el hombre más rico del país, lo ha entendido. Aunque Pemex le debe 700 millones de dólares, Grupo Carso ha firmado un contrato para perforar 32 pozos en Veracruz, en el campo Ixachi, uno de los más importantes del país.
Slim apuesta, no porque le falte cautela, sino porque sabe que el proyecto de la 4T tiene rumbo, viabilidad y compromiso con el desarrollo nacional. Su famosa frase –“cuando tengas dudas en hacer algo, haz la mitad”– aplica para muchos, pero Slim aquí apostó más que la mitad, y eso habla del nivel de confianza que genera la política energética soberana y nacionalista que ha reivindicado este gobierno. Hay una lógica estratégica detrás: invertir en México hoy es apostar a un futuro sin corrupción, sin privilegios, pero con reglas claras y con visión de largo plazo.
Datos, no discursos
En este contexto, Claudia Sheinbaum ha entendido que los datos duros valen más que los discursos huecos de la oposición. Frente a la desinformación, la manipulación mediática y los intentos de minimizar las obras del sexenio de López Obrador, la presidenta no se limitó a defender: expuso con orgullo los logros que han transformado el país.
Ahí están las cifras:
- El Tren Maya ya ha transportado a 1.7 millones de pasajeros, consolidándose como un eje de desarrollo turístico, cultural y económico en el sureste del país.
- El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) ha movido a 15 millones de personas y casi un millón de toneladas de carga, rompiendo el mito de que sería un “elefante blanco”.
- La Refinería Olmeca está produciendo 270 mil barriles diarios de petrolíferos, cumpliendo la promesa de alcanzar la soberanía energética.
- Y Mexicana de Aviación, rescatada por el Estado, ha transportado a 750 mil pasajeros, abriendo una nueva etapa en la aviación comercial nacional.
No son cifras menores. Son resultados tangibles de un modelo de gobierno que no roba, no miente y no traiciona. Que construye con hechos, no con retórica vacía.
Técnicos y todólogos: una crítica que no cuaja
Algunos han intentado cuestionar los nombramientos en ciertas áreas técnicas, como los directores generales de centros de la SICT en algunos estados. Se les critica por no ser ingenieros o por venir de otras disciplinas, como sociología, derecho, comunicación o educación. Pero este tipo de críticas provienen del prejuicio clasista y tecnocrático del viejo régimen, que durante años creyó que sólo los “expertos” con títulos de escuelas privadas podían dirigir las instituciones públicas.
La 4T ha demostrado que lo que importa no es de dónde vienes, sino para quién trabajas y con qué principios lo haces. Y en muchos casos, esos llamados “todólogos” han mostrado más eficiencia, compromiso y cercanía con la ciudadanía que los técnicos insensibles de antaño que sólo sabían hacer negocios a la sombra del poder. El servicio público no es un club exclusivo de especialistas: es un compromiso ético con el bienestar colectivo. Y si algo ha hecho este gobierno, es abrir las puertas del Estado a nuevos perfiles comprometidos con el pueblo.
Conclusión: La ética como brújula
Claudia Sheinbaum ha dejado claro, desde sus primeros actos como Presidenta de México, que el poder sólo tiene sentido si se ejerce con principios. El discurso en Veracruz no fue sólo un llamado a los mandos militares, fue una declaración de principios para toda la administración pública. Y su firme respaldo a la figura histórica de López Obrador, lejos de ser un acto de sumisión, es una reafirmación del rumbo que millones de mexicanos decidieron continuar en las urnas.
Este gobierno no se arrodilla ante los poderosos, no oculta los problemas ni protege a corruptos. Enfrenta, corrige, construye y avanza. La Cuarta Transformación no es una promesa, es una realidad que sigue creciendo. Y con Claudia al frente, los ideales de honestidad, justicia y bienestar popular no sólo se mantienen, sino que se profundizan.
Porque como bien lo dijo ella: tenemos convicciones, tenemos principios. Y eso es lo que diferencia a este gobierno de todos los anteriores.