La Marcha de los “Caifanes”
Aparece “La Paloma”, saliendo de una fiesta de jóvenes pertenecientes a familias acaudaladas. Va en compañía del arquitecto Jaime de Landa. Los dos representan el “futuro” de México. Estudiaron en distinguidos colegios y hablan perfectamente el inglés. Salen y caminan sin rumbo definido, abrazados. Besándose. Y de improviso, el agua. Llueve fuerte y no hay otros sitio donde guarecerse, que un viejo carro con la puerta abierta. Entran, pensando que nadie llegara mientras dure el aguacero.
Pero no tardan en aparecer cuatro sujetos, que resultarán ser empleados jóvenes de una armadora de coches. “El Capitán Gato”, “El Estilos”, “El Mazacote” y el “Azteca”. Gente que trabaja de lunes a sábado y que disfruta del descanso semanal, para hacer lo que más les gusta: vivir.
Vivir en total libertad. Afrontando los riesgos que esto implica y aprendiendo de cada experiencia.
Entre ellos, se califican uno a otro de “caifanes”.
Una Julissa muy joven y guapa (La Paloma), pregunta a Enrique Álvarez Félix (el arquitecto De Landa), el significado de la palabra “caifán”. Él le responderá que quiere decir “Pachuco”, pero lo corrige Sergio Jiménez (El Capitán Gato): “No. Ése es papá grande”. Y remata Ernesto Gómez Cruz (El Azteca), señalando: “Caifán es EL QUE LAS PUEDE TODAS”.
Y el tema de esta nota está centrado en ese inicio de una cinta de culto, dentro del cine mexicano. Los Caifanes, de Juan Ibáñez, con guion de Carlos Fuentes y del mismo Juan Ibáñez.
En una escena de la película, aparecerá por ahí Carlos Monsiváis, en atuendo de Santa Claus alcoholizado.
La cinta es de 1967. Durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, pero un año antes del Movimiento Estudiantil del 68.
Y es fácil ver que las cosas no cambiaron mucho dentro de nuestra sociedad, a lo largo de las siguientes décadas, donde el priismo y después el panismo, condujeron al país por la ruta de la corrupción.
Un núcleo reducido de familias poseedoras de la riqueza nacional, que sienten estar por encima del resto de los mexicanos.
Ocasionalmente compartirán una noche con el Pueblo, tal y como sucede en esta película. Pero al amanecer, el encanto se romperá y el fifí olvidará el gusto por la vida que disfrutó esa noche. Lo cambiará por la fascinación que ejercen en él, el poder y el dinero.
Porque el arquitecto De Landa, al final de la cinta, hablará de que él sí es alguien en la vida y sobre el futuro prometedor que se abre a su paso. “¿Y ustedes quiénes son?” “El Estilos, el Mazacote, El Capitán Gato, El Azteca”. “Unos Don Nadie”.
Esa idea que se tiene de la gente del Pueblo, es característica del clasismo inevitable, que identifica a la clase conservadora.
Ellos “Sí son”, y los otros no existen, sino como masa trabajadora. Sin presente, ni futuro relevantes.
Lo último que comentaremos sobre Los Caifanes, tiene que ver con la respuesta que le dará el Capitán Gato, al arquitecto. “Usted está molesto, porque cualquiera de nosotros tiene con qué bajarle a La Paloma. Mejor ya váyanse”.
Y esas pocas palabras dejan clara la diferencia, o el abismo que existe entre quienes trabajan honesta y honradamente a diario, para ganarse el pan que comen junto a sus familias y los corruptos que se sienten superiores por el solo hecho de haber acumulado grandes riquezas.
Las clases medias no aspiracionistas y el Pueblo llano, saben valerse por sí mismo en cualquier terreno. No esperan que otros hagan lo que les corresponde. No basan su bienestar en la explotación de sus semejantes.
Son el grupo social más numeroso y más responsable de su destino.
Los fifís dependen íntegramente de ellos. De su trabajo diario. De su esfuerzo. De su inquebrantable voluntad para salir adelante.
Y a partir del 2018, ese Pueblo, plagado de “caifanes”, ha echado del gobierno a los corruptos integrantes del grupo conservador.
A pesar de los obstáculos permanentes que la Cuarta Transformación ha encontrado en el camino, el país y la sociedad van saliendo adelante. Hay cambio. Hay democracia y justicia. Y hay progreso, a pesar de la campaña desinformativa de la oposición, que se empeña en negarlo.
La Mega Marcha que se celebrará el día de mañana en la Ciudad de México, dará cuenta de la capacidad que tiene el Pueblo para organizarse y salir a las calles, a festejar una Transformación que se ha dado gracias a la participación de todos.
Porque mañana será día de fiesta para los mexicanos trabajadores.
El odio cotidiano y que se ha convertido en molesto zumbido de mosca, queda para el sector social reaccionario. No afecta ni engaña a la gente. Es una especie de hedor que identifica al fifí rencoroso, que hecha de menos los privilegios de clase, que veía como parte de su patrimonio.
Claudio X González, al igual que aquel arquitecto De Landa en la película, presumen su poder económico a diario. Pagan grandes cantidades en una campaña de desprestigio, en contra del gobierno del presidente López Obrador, pero no obtienen resultados. Al final, no avanzan un paso. El neoliberalismo está en la lona y de ahí no se va a levantar.
Porque el Pueblo, que se las sabe todas, no entra en el engaño. No les cree, ni los respalda.
El Tamaño de la Mega Marcha del día de mañana, será la evidencia más clara de la fortaleza que tiene la Cuarta Transformación en este momento. Y abrirá la puerta para conocer el futuro inmediato que le espera país, pues ahí estarán Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Los tres candidatos punteros, rumbo a la presidencia, en toda encuesta nacional e internacional.
Los fifís quisieron competirle a la Cuarta Transformación en su terreno. La calle.
Y esa miserable marcha reaccionaria, será comparada con los miles de mexicanos que se concentrarán desde al Ángel de la Independencia, hasta la plancha del zócalo, el día de mañana.
El Pueblo sabe donde están sus intereses y sabe también quién está de su lado.
El Pueblo ha visto todo, sufrido todo y luchado permanentemente, para alcanzar esta Transformación.
El Pueblo no odia, pero tampoco olvida.
Y en esta Marcha del Festejo, a pesar de los intentos por denigrar un acto histórico para el Pueblo, vamos a demostrar a esos fifís, similares a los de la cinta Los Caifanes, que cuando la gente dice “ya basta”, no hay poder que detenga el cambio.
Porque el Pueblo, aunque le pese a los reaccionarios, “LAS PUEDE TODAS”.
Malthus Gamba