La falta de ética en la política: la reacción de los opositores al contagio del presidente.
Los derechos humanos y su relación con la política siempre han sido temas de gran relevancia en la historia de la humanidad. El pensamiento político de John Locke, uno de los filósofos más influyentes de la modernidad, sostiene que todos los seres humanos nacen con los mismos derechos naturales inherentes, pero que estos derechos pueden ser perdidos al violar los derechos de otro individuo. En ese momento, el individuo pierde su condición humana y se convierte en una “bestia”, perdiendo así sus derechos.
A la luz de esta premisa, resulta interesante analizar la reacción de los opositores al gobierno frente a la noticia del contagio del presidente con COVID-19. Si bien el presidente informó a través de su cuenta de Twitter su condición, muchos medios “serios” comenzaron a especular sobre lo que realmente le había sucedido. El periodista Pedro Ferriz escribió que había sufrido un infarto, mientras que Joaquín López-Dóriga preguntó si estaba hospitalizado, entre otros.
El problema con este tipo de acciones es que la gran cantidad de personas que los lee, en su odio desmedido hacia el presidente, pierden toda ética humana y dejan al descubierto su verdadero ser. En las redes sociales se leyeron numerosas publicaciones deseando la muerte del mandatario, lo que lleva a una reflexión sobre la condición humana de los opositores: viscerales, desmedidos, apáticos, rencorosos, inhumanos, coléricos y bestiales.
Es importante señalar que no todos los opositores desearon el fallecimiento del presidente, pero los que sí lo hicieron resultaron ser más ruidosos y opacaron a los demás. En este sentido, la oposición carece de ideales y bases sólidas para apoyarse, lo que resulta sorprendente, ya que su existencia depende de otra persona y no de sus propios integrantes.
El caso del presidente con COVID-19 puso en evidencia las profundas divisiones políticas en el país, pero también reflejó la falta de humanidad y ética en ciertos sectores de la sociedad. Los opositores, en su afán por desestabilizar al gobierno, perdieron de vista el principio fundamental de la política: mejorar la vida de las personas. Las actitudes violentas y desmedidas de los opositores sólo generan más caos y división, en lugar de soluciones concretas.
En definitiva, la reacción de los opositores al gobierno ante la enfermedad del presidente es una muestra clara de cómo la política se ha alejado de su verdadero propósito: mejorar la vida de las personas. La falta de ética y humanidad en ciertos sectores de la sociedad es preocupante y refleja la necesidad de trabajar en la educación y formación ciudadana para promover valores como el respeto y la tolerancia.