La desesperación de la derecha: Castañeda pide impugnar la democracia

En el marco de un proceso electoral que promete reafirmar la voluntad popular en favor de la transformación encabezada por Morena, el exsecretario de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Vicente Fox, Jorge Castañeda, ha lanzado una serie de declaraciones preocupantes que demuestran la desesperación de la derecha ante la inminente derrota electoral. En su participación en el programa “La hora de opinar”, conducido por Leo Zuckermann, Castañeda no solo elogió desmesuradamente a Xóchitl Gálvez, candidata presidencial del PRI, PAN y PRD, sino que también hizo un llamado explícito para que, en caso de derrota, no reconozca los resultados y los impugne.

Castañeda, cuya trayectoria está profundamente ligada a las políticas neoliberales que tanto daño han causado a nuestro país, se atreve ahora a sugerir un ataque directo contra la democracia mexicana. Su argumento es simple: si la diferencia en la votación entre Gálvez y Claudia Sheinbaum, candidata de Morena, es menor a dos dígitos, la oposición debe impugnar el resultado. Esta postura es no solo antidemocrática, sino que refleja una falta de respeto total por la voluntad del pueblo mexicano.

El llamado de Castañeda se basa en un miedo irracional a lo que él llama “la concentración de poder” en manos de Morena. Sin embargo, es precisamente la administración de Morena la que ha demostrado una y otra vez su compromiso con los más necesitados, su lucha contra la corrupción y su búsqueda por una verdadera justicia social. La transformación que Morena ha traído a México no es una concentración de poder, sino una redistribución del mismo en beneficio de las mayorías, en contraste con los gobiernos neoliberales del pasado que solo beneficiaron a unos pocos.

Las declaraciones de Castañeda van más allá de la simple retórica electoral. Su comparación de la posible impugnación de Gálvez con las acciones tomadas por Andrés Manuel López Obrador en 2006 o Cuauhtémoc Cárdenas en 1988 es una falacia histórica. Tanto en 1988 como en 2006, las impugnaciones se basaron en evidencia sustancial de fraude electoral y manipulación de resultados, situaciones que, hasta ahora, no se han presentado en el actual proceso electoral. Comparar estas situaciones con una eventual derrota de Gálvez, sin más fundamento que su propio juicio, es un acto irresponsable y deshonesto.

La desesperación de Castañeda se hace evidente cuando intenta minimizar la importancia de su llamado, afirmando que solo lo hace a título personal y no como parte de la campaña de Gálvez. Sin embargo, su influencia y posición dentro de la esfera política de la derecha hacen que sus palabras tengan un peso significativo. A pesar de afirmar que no trabaja para la campaña de Gálvez, sus constantes recomendaciones y estrategias para aumentar la guerra sucia contra Claudia Sheinbaum y AMLO demuestran lo contrario.

Además, sus declaraciones en redes sociales, como la comparación absurda de una eventual diferencia de siete a nueve puntos en las votaciones con una situación en la que la oposición debería impugnar la elección, solo revelan su ignorancia sobre los procesos democráticos y legales en México. Según las leyes electorales, para impugnar una elección, la diferencia debe ser significativamente menor y debe existir evidencia concreta de irregularidades.

El intento de Castañeda de sembrar dudas sobre la legitimidad de un eventual triunfo de Sheinbaum no solo es un acto desesperado, sino también un peligroso juego con la estabilidad democrática de nuestro país. Los comentarios de figuras como Shion, quien correctamente señala la locura de las declaraciones de Castañeda, reflejan el sentir de muchos mexicanos que rechazan estas tácticas sucias y antidemocráticas.

En conclusión, las declaraciones de Jorge Castañeda son un reflejo de la desesperación de la derecha ante el avance imparable de Morena y la transformación que este movimiento está logrando en México. Su llamado a impugnar los resultados electorales es una muestra clara de su falta de respeto por la voluntad popular y su miedo a perder los privilegios que los gobiernos neoliberales les han otorgado. Es crucial que como sociedad rechacemos estos intentos de desestabilizar nuestra democracia y reafirmemos nuestro compromiso con un proceso electoral justo y transparente. Morena y Claudia Sheinbaum representan la esperanza de un México más justo y equitativo, y es nuestra responsabilidad defender esa visión ante los ataques de una oposición desesperada y sin propuestas reales.