Intenso último debate presidencial: acusaciones y propuestas en el centro del escenario

Ciudad de México. En un ambiente de alta tensión y confrontación, los tres principales candidatos a la presidencia de México se enfrentaron anoche en el último debate antes de las elecciones, dejando claro que sus proyectos para la nación son radicalmente distintos. Los temas de seguridad y corrupción dominaron el encuentro, con fuertes acusaciones cruzadas que marcaron el tono de la noche.

El debate, realizado en el Centro Cultural Universitario, se convirtió rápidamente en un torbellino de imputaciones. La candidata de la coalición opositora, Xóchitl Gálvez, abrió fuego al acusar a Mario Delgado, miembro destacado de Morena, de estar bajo investigación por agencias de seguridad de Estados Unidos por delitos relacionados con el “huachicol fiscal”. Esta acusación buscaba reforzar su afirmación de que Morena es un “narcopartido”.

Por su parte, Claudia Sheinbaum, abanderada de la coalición “Sigamos Haciendo Historia”, respondió con contundencia: “el Prian tiene más gobernadores prófugos que en funciones. Esos sí son hechos, lo demás es palabrería”, aludiendo a la corrupción en administraciones anteriores del PRI y PAN.

El candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, trató de mantenerse al margen de la pelea principal, criticando tanto a Sheinbaum como a Gálvez: “Conmigo no tienen por qué preocuparse de cuál García es peor, si García Luna o García Harfuch”, refiriéndose a las polémicas figuras asociadas a la seguridad durante sus respectivas gestiones.

El tema central de la seguridad, abordado de manera obligada en el debate, reveló diferencias profundas en las estrategias propuestas. Sheinbaum criticó la “guerra contra el narcotráfico” iniciada por Felipe Calderón y subrayó las nefastas consecuencias de esa decisión. “Fue una de las decisiones más terribles que se hayan tomado”, afirmó, recordando la figura de Genaro García Luna, actualmente preso en Estados Unidos.

Gálvez, sin embargo, no dejó pasar la oportunidad de atacar, citando un libro de Anabel Hernández para reiterar su acusación de “narcocandidata” contra Sheinbaum, a pesar de las sanciones del Instituto Nacional Electoral por falta de pruebas.

Sheinbaum, fiel a su estilo, desestimó estas acusaciones con un toque literario: “Las fuentes de ese libro son mejores las de La Reina del Sur, de Pérez Reverte. O mejor le recomiendo ciencia ficción. ¿Por qué no lee a Ray Bradbury, Fahrenheit 451 o Crónicas marcianas?”.

La discusión también incluyó temas de política social. Sheinbaum defendió los logros del gobierno actual, como las becas y la creación de 200 nuevas universidades, mientras Gálvez insistía en que su rival mentía y manipula los programas sociales para infundir miedo entre la población.

El debate se intensificó aún más cuando Gálvez cuestionó a Sheinbaum sobre su uso de símbolos religiosos y su supuesta hipocresía en torno a la fe, aprovechando un encuentro de ambas con el Papa Francisco para lanzar una nueva crítica.

“La candidata de las mentiras”, como la llamó Gálvez, fue acusada de usar a la Virgen de Guadalupe en una falda sin creer en ella ni en Dios. Sheinbaum descalificó esta acusación como una provocación sin fundamento.

El debate sobre el Poder Judicial también fue un punto álgido. Ambas candidatas intercambiaron acusaciones sobre la independencia de la Suprema Corte de Justicia, señalando a los expresidentes Arturo Zaldívar y Norma Piña por presuntas manipulaciones.

Finalmente, en un acto de cierre, Gálvez acusó al presidente Andrés Manuel López Obrador de autoritarismo por no reunirse con la oposición, mientras Sheinbaum recordó los actos represivos de gobiernos anteriores, subrayando que ese sí era verdadero autoritarismo.

El último debate presidencial no solo evidenció las profundas divisiones entre los candidatos, sino que también dejó claro que el camino hacia las elecciones estará marcado por una intensa disputa de proyectos y visiones para el futuro de México.