Esperanza en el aula: escuela capitalina abre sus puertas a la niñez migrante
Ciudad de México.– En la colonia Vallejo, al norte de la capital, un acto de solidaridad y compromiso con la educación ha transformado la vida de decenas de niñas y niños migrantes. La Escuela Primaria La Prensa Pemex, ubicada a escasos metros del campamento irregular instalado a la orilla de las vías del tren, ha abierto sus puertas para brindarles una segunda oportunidad educativa, pero también un espacio seguro y digno donde reconstruir sus sueños.

Gracias al esfuerzo conjunto de docentes, autoridades educativas y padres de familia, este plantel se ha convertido en un modelo de inclusión y resiliencia. La incorporación de más de 70 alumnos en contexto de movilidad, provenientes de países como Colombia, Honduras, Venezuela, Nicaragua y Guatemala, no solo revitalizó la matrícula del turno vespertino —que estaba en riesgo de desaparecer—, sino que también llenó de vida y esperanza cada rincón de la escuela.
“Es un ganar-ganar”, afirma el maestro Jesús Montes de Oca, subdirector de gestión, al destacar que hoy más de la mitad de los 120 estudiantes vespertinos son extranjeros. “Ellos nos vinieron a salvar, y nosotros queremos que aquí se sientan felices”, añade.
La llegada de estos pequeños ha sido resultado del esfuerzo de los propios maestros, quienes hicieron volanteo en el asentamiento migrante para invitarlos a inscribirse. También han acudido por iniciativa propia, como el caso de una niña que pidió ingresar aunque no supiera leer ni escribir. “Hoy es una de nuestras alumnas más constantes”, relata emocionada la directora del plantel, Leticia Centeno.
Con el respaldo del Gobierno de la Ciudad de México y el Sistema Nacional DIF, los alumnos migrantes han accedido a beneficios clave: cuentan con una CURP provisional, reciben la beca “Mi Beca para Empezar” y desayunos escolares. La escuela, por su parte, ha adaptado sus métodos pedagógicos a través de proyectos sobre derechos humanos e interculturalidad, fortaleciendo la integración entre estudiantes de distintas culturas.
Sofía, una niña venezolana de 10 años, comparte que quiere ser doctora o militar. “Me gusta la escuela. Tengo amigos de muchas partes y aprendo cosas nuevas todos los días”, dice con una sonrisa. Su madre, Alexa Muñoz, reconoce el impacto positivo de esta oportunidad: “La escuela le cambió la vida. Antes pasaba el día sin rumbo, ahora tiene en qué pensar, tiene amigos, tiene un futuro”.
Ante la posibilidad de un nuevo desalojo del campamento, la comunidad migrante vive con la incertidumbre de perder ese frágil pero valioso progreso. Sin embargo, la experiencia en La Prensa Pemex demuestra que, cuando se abren puertas con empatía y compromiso, se siembran semillas de esperanza que pueden florecer, incluso en los terrenos más difíciles.
La transformación vivida en esta escuela es testimonio del esfuerzo que impulsa el Gobierno de México por garantizar el derecho a la educación sin distinción. Porque como se lee en el letrero que hoy adorna la entrada del plantel: “El derecho a la educación es universal. Bienvenidas todas las niñas y todos los niños del mundo”.