El auge de la prensa de derecha en América Latina: Manipulación y desinformación

En la actualidad, no solo México, sino varios países de la región enfrentan un fenómeno preocupante: la transformación de medios de comunicación en verdaderos partidos políticos de derecha. Estas empresas, en su mayoría financiadas con dinero público de sus respectivos países, han dejado de lado su función informativa para asumir una postura eminentemente política, abiertamente conservadora y de ultraderecha.

Una reciente reunión virtual del Grupo de Diarios de América (GDA), compuesto por periódicos como El Comercio de Perú, El Universal de México, La Nación de Argentina, El Nacional de Venezuela y El Tiempo de Colombia, ha generado inquietudes sobre su objetivo real: desestabilizar a los gobiernos democráticamente electos en sus países. Bajo la fachada de representar a todos los medios de la región, estos diarios han unido fuerzas para denunciar a los gobiernos elegidos por el pueblo.

Entre los casos más alarmantes destaca El Comercio de Perú, que ha sido cómplice del gobierno golpista de Dina Boluarte, responsable de un centenar de asesinatos llevados a cabo por las fuerzas policiales y militares bajo su mando. Su director, Juan Aurelio Arévalo Miró, defiende al gobierno golpista y acusa injustamente al depuesto presidente Pedro Castillo de controlar las protestas populares.

La situación en Venezuela es igualmente inquietante, donde El Nacional, dirigido por Miguel Henrique Otero, se erige como un representante del golpismo mediático, acusando al gobierno de Nicolás Maduro de censurar los medios independientes mientras ellos mismos difunden información falsa y manipulada.

En Argentina, La Nación ha mostrado un abierto activismo contra el gobierno de Alberto Fernández, catalogándolo de títere de Cristina Kirchner y tomando una postura militante de derecha, olvidando su deber como periodistas de mantener una perspectiva objetiva e imparcial.

En Colombia, El Tiempo también ha adoptado una posición victimista, alegando ser acosado por las redes sociales y estigmatizado injustamente, mientras continúan perpetuando su agenda política de derecha.

El escenario en México es igualmente preocupante, con El Universal y su director, David Aponte Hurtazo, al frente del juego. A pesar de los escándalos de corrupción y los vínculos con gobiernos anteriores, estos medios se presentan como paladines de la libertad de expresión, defendiéndose con discursos sobre la persecución en redes sociales y la falta de ética en los medios, cuando en realidad son ellos quienes distorsionan la verdad y desestabilizan la democracia.

Es necesario reconocer el peligro de estos medios convertidos en actores políticos de la ultraderecha, y exigir que vuelvan a su función primordial de informar con veracidad y rigor periodístico. La democracia y la justicia real están siendo atacadas por aquellos que deberían ser garantes de la verdad y la transparencia. Es responsabilidad de la sociedad estar alerta ante este juego manipulador y trabajar para proteger la democracia y la libertad de expresión genuina.