Durango y Zacatecas: Estados Azotados por una Despiadada Sequía

La devastadora sequía que ha castigado implacablemente a vastas extensiones de tierra en los estados de Durango y Zacatecas desde hace meses ha desencadenado una crisis sin precedentes en el sector agrícola, con pérdidas millonarias para los agricultores y un sombrío panorama para las cosechas. Los cultivos de temporal, incluyendo frijol, maíz, avena, cebada, trigo y calabaza, han sido afectados de manera catastrófica, llevando a la segunda entidad a enfrentar una de las peores cosechas del siglo.

La región de Durango es una de las más afectadas por esta calamidad. Apenas un 10 por ciento de los cultivos de temporal de frijol, maíz, avena, cebada y trigo ha logrado sobrevivir, mientras que el 90 por ciento restante ha sido consumido por la sequía que ha azotado la región desde noviembre del año pasado. Líderes agropecuarios estiman que las pérdidas podrían superar los 3 mil millones de pesos, generando una crisis económica sin precedentes para los productores.

En medio de esta desoladora realidad, Carmelo Fernández, productor de frijol y maíz en el municipio de Guadalupe Victoria y también legislador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) por el distrito 14, expresó con pesar la difícil situación que enfrentan los agricultores: “A los productores ya nos llevó la chingada”. El distrito abarca la zona de Los Llanos, que incluye áreas cruciales para la producción de frijol y maíz como Cuencamé y Peñón Blanco.

Hasta el año 2022, era común cultivar alrededor de 500 mil hectáreas en Durango, incluyendo unas 200 mil dedicadas al frijol, otras 200 mil al maíz y 100 mil para avena, cebada y trigo. No obstante, la ausencia de lluvias significativas entre junio y julio redujo drásticamente las siembras, con poco más de 140 mil hectáreas sembradas de frijol y 120 mil de maíz. Esta escasez de siembras ha dejado solamente un 10 por ciento de la superficie original con cultivos aún en pie.

Fernández explicó que de las 160 mil hectáreas sembradas de frijol, apenas entre un 10 y un 15 por ciento sobrevive, pero esto no garantiza producción. Además, existe el riesgo de que estas plantaciones mueran en cuestión de días si no se registran precipitaciones que humedezcan el subsuelo. La situación para el maíz es similar, con poco más del 15 por ciento de los cultivos de temporal aún vivos, aunque están en riesgo debido a la sequía y al ataque del gusano cogollero.

El panorama para otros cultivos es igualmente sombrío. La avena, cebada y trigo no han brotado debido a la falta de humedad, lo que afecta a unas 60 mil hectáreas de avena, 30 mil de cebada y entre 10 mil y 15 mil de trigo. Esta devastación económica amenaza con afectar seriamente a las comunidades rurales que dependen de la agricultura.

Jesús Héctor López, director de desarrollo rural del municipio de Durango, manifestó su preocupación ante la situación, afirmando que la falta de lluvias ha resultado en la pérdida del 50 por ciento de las cosechas de maíz, frijol, cebada y avena. El futuro de las cosechas restantes pende de un hilo, ya que dependen de las lluvias que puedan llegar en las próximas dos semanas.

La angustiosa situación se replica en el estado de Zacatecas, donde los productores de frijol, maíz y calabaza se enfrentan a lo que podría ser la peor cosecha en lo que va del siglo XXI. La escasez de precipitaciones en los últimos meses ha dejado a las plantas sedientas y estresadas, amenazando las ya mermadas esperanzas de los agricultores.

Ramiro Hinojoza, líder de los productores de frijol en el municipio de Sombrerete, la región conocida como la “frijolera” de Zacatecas, lamentó que de las 600 mil hectáreas de siembra proyectadas para este año, apenas se logró cultivar 250 mil hectáreas de frijol, maíz y calabaza. Incluso estas áreas están en riesgo debido a la falta de agua, lo que subraya la gravedad de la crisis.

Hinojoza cuestionó la eficacia de las medidas implementadas por las autoridades agrícolas estatales y federales, incluyendo el Plan Emergente de Sequía anunciado recientemente. A pesar de los esfuerzos para proporcionar apoyo a través de semillas de avena y forrajes, la insuficiencia de lluvias hace que incluso estas medidas sean ineficaces. El descontento entre los agricultores es palpable, ya que el valioso fertilizante proporcionado por el gobierno está siendo acaparado por intermediarios en lugar de llegar a quienes realmente lo necesitan.

La magnitud de la crisis es evidente en las palabras de Hinojoza, quien lamentó la ruina total que enfrenta el campo. Si bien en años anteriores se lograba una cosecha razonable, la realidad actual es mucho más desoladora. Las proyecciones apuntan a una disminución drástica en la producción de frijol, pasando de 450 mil toneladas a apenas 100 mil o 120 mil toneladas.

La incertidumbre sobre el futuro económico de los agricultores se hace cada vez más apremiante. En medio de esta crisis, muchos productores están luchando desesperadamente por recuperar algo de dinero. Sin embargo, el acaparamiento de los recursos por parte de intermediarios y la falta de apoyo adecuado por parte de las autoridades agravan aún más la situación, llevando a una situación desesperada para quienes dependen de la tierra para subsistir.