Docentes asumen con recursos propios el traslado de libros de texto gratuitos

Pese a contar con un presupuesto superior a los 3 mil 800 millones de pesos para este año y una red de 365 almacenes en todo el país, la distribución de los libros de texto gratuitos sigue dependiendo, en gran parte, del esfuerzo económico y logístico de los docentes, directores y supervisores escolares. Así lo denunciaron supervisores de zona y directores de planteles, quienes revelaron que deben organizarse con sus propios medios para trasladar los ejemplares desde las supervisiones regionales hasta cada escuela.

De acuerdo con testimonios recabados, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg) entrega los libros únicamente a los almacenes estatales, dejando a las autoridades educativas locales la responsabilidad del traslado final. A partir de ahí, los supervisores regionales deben distribuir los tomos a las zonas escolares, y éstas a cada centro educativo. Este procedimiento genera una cadena de transporte que recae sobre los hombros de la comunidad educativa, sin apoyo adicional del gobierno federal o estatal.

La profesora Olga Calderón, supervisora de zona en el nivel preescolar del Estado de México, explicó que en su caso el costo del traslado regional fue de 3 mil 500 pesos, monto que se distribuyó entre las escuelas que coordina, en función de su matrícula. “Son 2 mil 200 alumnos en total. Cada plantel aporta según el número de libros que le tocan”, señaló. Además, cada director debe hacer su propio viaje para recoger los textos y llevarlos a sus respectivas sedes, sumando más costos y esfuerzos personales.

En la Ciudad de México, el director Santiago Marcelo, de la primaria Luis Braille, detalló que necesitó hacer tres viajes hasta su supervisión, a sólo 10 minutos de distancia, lo que le costó mil 200 pesos. Este gasto se cubrió con ingresos de la cooperativa escolar, ya que organizar a padres de familia para el traslado en vehículos particulares ha resultado complicado debido a sus horarios laborales.

La situación se agrava en zonas rurales e indígenas, como en las comunidades de Guerrero, donde los libros llegan incluso después del inicio del ciclo escolar. En municipios como Acatepec y Cochoapa el Grande, los riesgos de dejar los libros en las escuelas durante el receso —por lluvias o inseguridad— obligan a los maestros a resguardar los ejemplares en sus casas. “Muchos docentes no somos de la comunidad, pero buscamos cómo trasladarlos y resguardarlos para que los niños tengan sus libros”, compartió la profesora Elvira Veleces, de preescolar indígena.

En este contexto, el esfuerzo de los docentes por garantizar el derecho a la educación de sus alumnos se vuelve evidente. A pesar de las limitaciones presupuestales locales y la falta de apoyo logístico, maestras y maestros cumplen una función clave en la cadena de distribución del material educativo. Este trabajo, que se realiza en ocasiones con recursos propios o mediante cooperación entre escuelas, pone en evidencia la necesidad de revisar los mecanismos de entrega establecidos por la Conaliteg, para asegurar que los libros lleguen a tiempo, en condiciones dignas y sin cargar sobre los hombros del magisterio lo que es una responsabilidad del Estado.