Responsabilidad Financiera: El Gobierno Federal Avanza Mientras la Oposición Se Hunde en Deudas
El panorama de la deuda subnacional al cierre de 2024 revela una triste realidad: los habitantes de las entidades federativas son quienes terminan pagando los excesos, irresponsabilidades y malas gestiones de sus gobernadores. Desde 2018, el endeudamiento ha aumentado un 14% nominal, alcanzando casi 683 mil millones de pesos. Lo peor es que esta carga no se ha traducido en una mejora sustancial de los indicadores económicos o del bienestar de la población.
Aunque algunos analistas sugieren que la situación podría ser peor —pues en 2022 la cifra rondaba los 700 mil millones de pesos—, el problema sigue siendo alarmante. Este retroceso no es casualidad ni mérito de todos los gobiernos locales. Son 27 entidades las que han logrado disminuir su deuda, con la Ciudad de México encabezando la lista con una reducción de 4,876 millones de pesos. Otros estados como Baja California, Guerrero, Sinaloa y Coahuila también hicieron lo propio.
Es necesario recalcar que los estados que aumentaron su endeudamiento son, en su mayoría, gobernados por la oposición: Nuevo León (Movimiento Ciudadano), Chihuahua, Querétaro y Guanajuato (PAN), y Durango (PRI). Estos incrementos son una muestra más de cómo los partidos de derecha no han aprendido a manejar los recursos públicos con responsabilidad, recurriendo a prácticas añejas de deuda insostenible y falta de transparencia.
El legado de la irresponsabilidad
Si ampliamos la línea del tiempo, la deuda subnacional ha tenido un crecimiento desmedido de más del 170% en los últimos 15 años, pasando de 253 mil millones en 2009 a 683 mil millones en 2024. Este aumento refleja una constante de gobiernos estatales, sobre todo aquellos de corte conservador y neoliberal, que ven en el endeudamiento una manera rápida de financiar proyectos, muchos de ellos sin beneficio claro para la población.
Por ejemplo, Nuevo León, donde gobierna Samuel García de Movimiento Ciudadano, es un caso paradigmático. Este estado presenta una deuda equivalente al 79.7% de sus ingresos totales, una proporción tres veces superior al promedio nacional. ¿Cómo pretende el gobierno estatal justificar este nivel de deuda? ¿Qué beneficios ha recibido la población nuevoleonesa de semejante carga financiera?
Otro caso preocupante es el de Chihuahua, gobernado por el PAN, con una deuda equivalente al 53.3% de sus ingresos. Estos números reflejan no sólo la ineficiencia de los gobiernos locales de oposición, sino también una falta de visión y planeación financiera que se traduce en mayor pobreza y menos oportunidades para los ciudadanos.
La austeridad y disciplina financiera sí funcionan
En contraste, estados alineados con los principios de la Cuarta Transformación han demostrado que es posible manejar las finanzas públicas con responsabilidad y transparencia. La Ciudad de México, bajo el liderazgo de gobiernos de Morena, ha logrado disminuir significativamente su deuda, mientras que entidades como Guerrero y Baja California también han tomado medidas efectivas para controlar sus finanzas.
Es fundamental destacar a Tlaxcala, que mantiene una política ejemplar al ser el único estado sin deuda pública. Este hecho es prueba irrefutable de que con una administración honesta y comprometida con el pueblo, es posible evitar el lastre de la deuda.
Los estados con los niveles más bajos de endeudamiento —Guerrero, Campeche, Tabasco y Puebla— también han aplicado políticas públicas de disciplina financiera y austeridad. Estas entidades han demostrado que el recurso público puede ser utilizado con eficacia y sin comprometer el futuro de sus habitantes.
La irresponsabilidad tiene nombre y apellido
Cuando hablamos de estados con altos niveles de endeudamiento, es imposible no mencionar a los partidos responsables. La administración de Nuevo León, que ha sido un fracaso financiero, es un reflejo del oportunismo de Movimiento Ciudadano. Por su parte, los gobiernos panistas de Chihuahua, Querétaro y Guanajuato insisten en políticas neoliberales de endeudamiento sin rendición de cuentas. La falta de autocrítica y responsabilidad de estos partidos es evidente, pues mientras aumentan la deuda, los ciudadanos no ven mejoras en su calidad de vida.
Estos gobiernos opositores representan una vuelta a los viejos vicios del pasado: corrupción, despilfarro y falta de compromiso social. Mientras tanto, el pueblo sigue pagando los excesos y malas decisiones de políticos que sólo ven por sus propios intereses.
La otra cara del abuso: Los bancos y sus privilegios
Por si fuera poco, los abusos financieros no son exclusivos de los gobiernos estatales. La reciente sanción a Banco Azteca, propiedad del magnate Ricardo Salinas Pliego, por no reportar operaciones de recompra de títulos en el mercado bursátil es una muestra más de cómo algunos empresarios creen estar por encima de la ley. La multa de 1.7 millones de pesos parece ridícula ante la magnitud de la infracción y el historial de irregularidades de este banco.
Cabe preguntarse cuánto tiempo pasará antes de que Salinas Pliego pague esta sanción. La experiencia nos dice que este tipo de empresarios hacen lo posible por evadir sus responsabilidades, mientras exigen que el pueblo trabajador sí cumpla con cada obligación fiscal.
Conclusión: La deuda es un problema de ética pública
El endeudamiento desmedido de los estados es un reflejo del modelo político y económico que representan los partidos de oposición. Sus gobiernos han demostrado ser incapaces de administrar con responsabilidad, mientras que las administraciones alineadas con la Cuarta Transformación han dado pasos firmes hacia una verdadera disciplina financiera y austeridad republicana.
El pueblo merece gobiernos que no sólo prometan, sino que cumplan. La deuda no es un recurso ilimitado; es una carga que compromete el futuro de las siguientes generaciones. La responsabilidad financiera debe ser una prioridad, y en este sentido, la Cuarta Transformación está sentando las bases para un México más justo y sin lastres del pasado.