Despiden al sacerdote Marcelo Pérez Pérez, un constructor de paz en Chiapas

En medio de la tristeza y el dolor de su comunidad, el sacerdote tsotsil Marcelo Pérez Pérez fue despedido en San Andrés Larráinzar, Chiapas, donde nació y pasó su vida dedicado a la defensa de la paz y los derechos de los marginados. El cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, quien ordenó al padre Marcelo hace 22 años, lo describió como un hombre que siempre aspiró a transformar Chiapas en un lugar de paz y justicia, alejado de la pobreza, el racismo y la exclusión que tanto afectan a su pueblo.

Marcelo Pérez, admirador del arzobispo salvadoreño Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980, fue recordado por su incansable labor en favor de los pueblos indígenas y mestizos, sin avergonzarse jamás de sus raíces tsotsiles. “Siempre llevó sus raíces en su corazón y por eso está aquí con su pueblo”, afirmó Arizmendi durante la homilía de la misa de cuerpo presente, celebrada frente al templo de San Andrés. El sacerdote fue un regalo para la Iglesia, un hombre que dedicó su vida a la oración, al servicio del pueblo y a la construcción de la paz.

El cuerpo del padre Marcelo, de 50 años, fue trasladado la noche del domingo a San Andrés Larráinzar, donde fue velado en la casa de sus padres. A la mañana siguiente, el ataúd fue llevado en hombros por familiares y amigos, recorriendo puntos emblemáticos del pueblo, como la sede del municipio autónomo zapatista Sacamchén de los Pobres y el lugar donde se firmaron los acuerdos de paz en 1996 entre el gobierno y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

Durante la misa, oficiada por el obispo de San Cristóbal, Rodrigo Aguilar Martínez, y Arizmendi Esquivel, se recordó el legado de Marcelo Pérez como un sacerdote entregado, que vivió para servir a los demás. “Que su vida sea una ofrenda para Dios, y traiga la paz y la justicia que tanto necesitamos”, expresó el cardenal, mientras los presentes lloraban y observaban su rostro a través del cristal del féretro.

La violencia que sacude a Chiapas, escenario de constantes enfrentamientos entre grupos armados, fue un tema inevitable en la ceremonia. Felipe Arizmendi instó al gobierno a actuar con inteligencia para desarmar a estos grupos, subrayando que la gente no denuncia por miedo a represalias. “No queremos más violencia, pero sí que se desarmen esos grupos”, dijo. A su vez, Rodrigo Aguilar manifestó la esperanza de que el gobierno de Claudia Sheinbaum intervenga decididamente para restablecer la paz en la región.

El cuerpo de Marcelo Pérez fue velado una noche más en la casa de sus padres, antes de ser sepultado este martes junto al templo de San Andrés Larráinzar, en un espacio que su comunidad ha preparado con cariño. Mientras tanto, la Iglesia católica y los habitantes de Chiapas claman por justicia y un futuro de paz, como el que soñó y defendió el sacerdote hasta el último día de su vida.