Desgarrador hallazgo: Guerrero enfrenta doloroso pasado de desapariciones
Colectivos de familiares de desaparecidos en Guerrero durante la guerra sucia (1965-1990) informaron que el número de cuerpos hallados en fosas clandestinas en el municipio de Ajuchitlán del Progreso, en la Tierra Caliente de Guerrero, se elevó a cerca de 25, incluidas las ocho osamentas que serán exhumadas en septiembre, en una acción que será encabezada por la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (CNB).
Activistas y colectivos de familiares de desaparecidos en el estado de Guerrero han revelado un preocupante aumento en el número de cuerpos descubiertos en fosas clandestinas en la región. Ajuchitlán del Progreso, un municipio enclavado en la Tierra Caliente de Guerrero, ha sido el epicentro de este hallazgo macabro. La cifra de cuerpos recuperados se ha elevado a alrededor de 25, un sombrío recordatorio de la tragedia que asoló a esta región durante la guerra sucia que tuvo lugar entre 1965 y 1990. Entre los restos recuperados se encuentran ocho osamentas que están programadas para ser exhumadas en septiembre. Esta delicada operación estará bajo la dirección de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas (CNB), un organismo crucial en la búsqueda de justicia y verdad en casos de desapariciones forzadas.
El presidente del Colectivo de Esposas e Hijos de Desaparecidos y Desplazados de la Guerra Sucia en Atoyac, Octaviano Gervasio Serrano, ha hecho un llamado público para resaltar la magnitud de la situación. Según las declaraciones de Serrano, se han iniciado tres carpetas de investigación en la Fiscalía de Justicia de Guerrero en relación con el caso de las ocho personas que fueron detenidas, torturadas y asesinadas por el Ejército Mexicano durante los años más oscuros de la guerra sucia. Hasta que los crímenes sean confirmados y justificados, las víctimas siguen siendo consideradas desaparecidas forzadamente, atrapadas en una dolorosa incertidumbre que ha afectado a tantas familias a lo largo de décadas.
La noticia ha conmocionado a la comunidad local y a la sociedad en general. Las raíces de esta tragedia se encuentran en un oscuro período de la historia de México, cuando el país se vio sumido en una serie de conflictos y violencia política. La guerra sucia, un período comprendido entre 1965 y 1990, dejó una profunda cicatriz en la nación, con numerosas personas desaparecidas y asesinadas sin justificación. Ahora, décadas después, los esfuerzos por esclarecer los eventos de ese período sombrío están cobrando un nuevo impulso, gracias a la incansable labor de colectivos y activistas que luchan por la verdad y la justicia.
Gervasio Serrano ha proporcionado detalles sobre los planes para exhumar los restos de los campesinos víctimas de estos crímenes atroces. Según su declaración, la exhumación está programada para llevarse a cabo del 4 al 8 de septiembre. En esta operación participarán varias entidades, incluyendo la Comisión Nacional y Estatal de Búsqueda, así como la Fiscalía General de Justicia de Guerrero y las comisiones nacional y estatal de Derechos Humanos. La presencia de estos organismos es esencial para garantizar la transparencia y la rigurosidad del proceso. Además, se está considerando la invitación a un observador de la Organización de Naciones Unidas, lo que añadiría una capa adicional de supervisión internacional y credibilidad al proceso de exhumación.
Sin embargo, existe una sombra de temor entre los familiares y testigos de los crímenes. A pesar del deseo de obtener justicia y revelar la ubicación de otros 16 o 17 puntos donde se sospecha la presencia de restos óseos, el miedo persiste. La magnitud de la brutalidad que tuvo lugar en la sierra de Ajuchitlán del Progreso es difícil de comprender, y muchos temen las consecuencias de compartir información sensible. No obstante, Gervasio Serrano ha asegurado que una vez presentadas las denuncias correspondientes, la información será revelada. Esto arrojará luz sobre la oscuridad que ha envuelto estos terribles eventos durante tanto tiempo. Se espera que las nuevas generaciones conozcan la verdad sobre lo que sucedió en ese lugar y durante ese período oscuro de la historia mexicana.
La Comisión Nacional de Búsqueda ha sido un actor clave en este proceso, proporcionando información sobre las diligencias de búsqueda y exhumación de los restos cadavéricos. Según las autoridades, estos restos pertenecen a víctimas de la guerra sucia que aparentemente fueron asesinadas por elementos del Ejército Mexicano en la sierra del municipio de Ajuchitlán del Progreso. Estos cuerpos fueron luego enterrados en fosas clandestinas, forzando a las víctimas a cavar sus propias tumbas. La cruel ironía de esta acción subraya la barbarie que tuvo lugar en esa época y en esa región.
Una voz crítica en medio de estos acontecimientos es el Mecanismo para el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990 (MEH). A pesar de su creación hace 22 meses, el MEH ha sido objeto de críticas por su aparente inacción en este asunto urgente. Recientemente, el MEH emitió un comunicado en el que expresaba su frustración por las “serias dificultades para el acceso a la consulta irrestricta de documentación histórica”. Esta documentación, proveniente de agencias gubernamentales y fuerzas de seguridad, es esencial para arrojar luz sobre los acontecimientos de ese oscuro período. La falta de cooperación por parte del Estado Mexicano ha dejado en entredicho el compromiso real de esclarecer la verdad detrás de estos crímenes horrendos.