Defensa de la soberanía: México ante el reto arancelario

El nuevo episodio de agresión económica protagonizado por Donald Trump contra México ha puesto en evidencia, una vez más, la prepotencia con la que el expresidente estadounidense intenta manejar las relaciones internacionales. En esta ocasión, recurrió a su acostumbrado tono bravucón para anunciar, en la madrugada del martes, la entrada en vigor de nuevos aranceles contra nuestro país. La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum no fue el arrebato ni la confrontación vacía, sino la paciencia estratégica de quien entiende que las relaciones diplomáticas no pueden estar sujetas a los caprichos de un personaje impredecible como Trump.

En lugar de reaccionar con el mismo tono belicoso con el que lo hizo Canadá o la misma China, Sheinbaum optó por la prudencia, sabiendo que las negociaciones estaban en marcha y que cualquier declaración apresurada podía ser utilizada como pretexto para intensificar la agresión comercial. En este contexto, el secretario de Comercio de Trump, Howard Lutnick, dejó entrever la verdadera intención de Washington: no se trata de una imposición unilateral e inamovible, sino de una táctica de presión en la que buscan que México “haga más” para evitar los aranceles.

La pregunta clave es: ¿qué significa ese “hacer más” que exige la administración Trump? Lutnick, sin ambigüedades, dejó claro que la Casa Blanca quiere una demostración tangible de compromiso por parte de México y Canadá, pero sin definir con exactitud qué espera de cada país. ¿Más cooperación en materia migratoria? ¿Un mayor combate contra el narcotráfico, bajo los términos estadounidenses? ¿O simplemente otro capítulo de la ya conocida estrategia de chantaje político con fines electorales?

El pretexto del narcotráfico: la narrativa desgastada de Trump

La Casa Blanca de Trump acompañó la imposición de aranceles con un comunicado difamatorio contra el gobierno de México, acusándolo de mantener una relación “intolerable” con el crimen organizado. Estas afirmaciones no solo carecen de sustento, sino que forman parte del discurso tradicional de la ultraderecha estadounidense, que busca deslegitimar a cualquier gobierno progresista que no se pliegue a sus intereses.

Sheinbaum respondió con contundencia en su conferencia matutina del martes, rechazando categóricamente las acusaciones y denunciando la falta de pruebas en los señalamientos de Washington. No es la primera vez que Trump utiliza el tema del narcotráfico como herramienta de presión contra México. Lo hizo durante su gobierno y lo repite ahora, en su intento de regresar a la Casa Blanca. La diferencia es que, esta vez, enfrenta a una administración con legitimidad democrática y con la capacidad de resistir sus embates sin caer en provocaciones innecesarias.

Negociaciones en curso: evitar la trampa trumpista

Es evidente que la estrategia de la presidenta Sheinbaum busca ganar tiempo mientras se desarrolla la negociación. Trump, como es su costumbre, está jugando a estirar la liga lo más posible, esperando que México ceda ante la presión. Pero el gobierno de la Cuarta Transformación ha demostrado que no se deja amedrentar.

Si bien es cierto que las medidas arancelarias de Trump afectan a México, también golpean directamente a sectores clave de la economía estadounidense, incluyendo a los mismos votantes republicanos que el magnate pretende atraer con su retórica nacionalista. La caída en los mercados, la preocupación de los empresarios y la incertidumbre en la industria manufacturera estadounidense son señales de que la jugada de Trump podría volverse en su contra.

Por eso, el gobierno mexicano está apostando a una salida negociada, en la que Estados Unidos tenga que reconocer que los aranceles no benefician a nadie y que las soluciones deben encontrarse en el diálogo, no en la imposición unilateral.

El respaldo popular a Sheinbaum: la clave del domingo

Mientras Trump juega su carta del miedo y la confrontación, en México se prepara un acto masivo en el Zócalo el próximo domingo, donde la ciudadanía expresará su respaldo a la presidenta Sheinbaum. Este evento no solo servirá como muestra de apoyo popular, sino que también podría convertirse en un escenario de celebración si las negociaciones logran frenar la embestida arancelaria.

Pero incluso si el resultado no es el esperado, el gobierno mexicano tiene opciones. Podría responder con medidas arancelarias propias o con estrategias diplomáticas que le hagan ver a Washington que el costo de la confrontación será mayor que el de la cooperación. En cualquier caso, la narrativa del nacionalismo económico que Trump intenta explotar podría terminar siendo contraproducente para él, especialmente si los sectores afectados en su propio país comienzan a presionar para revertir la decisión.

Conclusión: firmeza y estrategia ante la prepotencia de Trump

El episodio de los aranceles es un recordatorio de que Trump sigue siendo el mismo político errático y manipulador de siempre. Pero México, bajo el liderazgo de Claudia Sheinbaum, no es el mismo país sumiso que en el pasado aceptaba sin cuestionar las órdenes de Washington.

La respuesta de la presidenta ha sido inteligente y estratégica: evitar caer en provocaciones, dar margen a la negociación y, al mismo tiempo, dejar claro que México no aceptará imposiciones injustas. Mientras Trump busca votos con amenazas, Sheinbaum construye gobernabilidad con dignidad.

En las próximas horas, sabremos si el chantaje arancelario se desinfla o si se convierte en una batalla más prolongada. Lo que es seguro es que México tiene hoy una conducción firme, que no cede ante presiones externas y que cuenta con el respaldo de su pueblo para enfrentar cualquier desafío.