Cruzando Fronteras: El sueño americano frente a un muro infranqueable

El Paso, Texas. A escasas horas de que Donald Trump retome la presidencia de los Estados Unidos, Antonio, un zacatecano de 31 años, celebra una victoria que pocos logran: cruzar junto a su familia el muro fronterizo, símbolo de las políticas antimigrantes del republicano.

El viaje no fue fácil. Antonio, su esposa y sus dos pequeños hijos –una niña de cuatro años y un bebé de dos– soportaron días en una casa de seguridad antes de emprender el cruce. La madrugada del sábado, apiñados en una camioneta junto a otros migrantes, enfrentaron el frío de menos 8 grados centígrados al atravesar el río Bravo.

Antonio relata que la travesía costó 9 mil dólares, pero lo más caro fue el sufrimiento. Durante el trayecto, su hija casi sucumbe al frío. “Pensé que se moría”, comparte conmovido desde una sala de espera en la estación de autobuses Limousine Express en El Paso, donde planea viajar a Albuquerque, Nuevo México, para buscar trabajo y una mejor vida para su familia.

Mientras tanto, en Ciudad Juárez, al otro lado de la frontera, se vive otra realidad: colonias marginales donde los “polleros” y las “polleras” son parte del paisaje. Estas camionetas transportan a los migrantes en su búsqueda por cruzar el muro. En barrios como La Cima, Rancho Anapra y Altavista, se observan casas a medio construir junto a lujosos inmuebles utilizados como guaridas para dinero, armas y migrantes.

El regreso de Trump y la incertidumbre migrante
El lunes marca el inicio del segundo mandato de Donald Trump, quien ha prometido deportaciones masivas y un endurecimiento de las políticas migratorias. Durante su primer periodo, Trump deportó a cientos de miles de personas, superando por amplio margen las cifras de la administración saliente de Joe Biden, quien registró 545 mil 252 deportaciones en cuatro años.

Antonio opina con franqueza sobre el magnate: “Ese señor está loco”. Sin embargo, su esperanza es seguir adelante y trabajar, alejándose de la incertidumbre política.

En contraste, Sergio Pérez, un juarense que desde 2007 vive en Estados Unidos, considera que la reelección de Trump no será un problema para los migrantes trabajadores. “El riesgo es para quien esté delinquiendo. Un trabajador, aunque no tenga papeles, no le va a pasar nada”, afirma mientras toma un descanso en su jornada como pintor de casas.

Historias de éxito y lucha
Mientras Antonio descansa en la estación, otras historias de migrantes se cruzan. Jabber, un colombiano, y su pareja venezolana lograron ingresar legalmente gracias a una cita del CBP One. A pesar de 12 horas en migración, celebraron su logro con un beso antes de abordar un autobús hacia Colorado, donde esperan reunirse con familiares y continuar su proceso de asilo.

En las calles de El Paso, la tensión política se hace evidente. Caravanas de camionetas pro Trump circulan por la ciudad, mientras simpatizantes tocan bocinas y saludan con entusiasmo.

Hoy, Antonio y miles de migrantes enfrentan una nueva era en Estados Unidos, un país que, para muchos, sigue representando un sueño a pesar de los muros y desafíos. Su meta es clara: una vida mejor para sus hijos, aunque el camino sea duro y esté lleno de incertidumbre.