Crisis en la industria automotriz por medidas de Trump

Detroit. La imposición de aranceles del 25 por ciento a las importaciones de acero y aluminio por parte del presidente Donald Trump ha generado incertidumbre y costos adicionales en la industria automotriz de Estados Unidos. Aunque el mandatario afirma que estas medidas fortalecerán la producción nacional, líderes del sector advierten que el impacto podría ser devastador para las empresas del país, incluidas Ford, General Motors y Stellantis.

Jim Farley, presidente ejecutivo de Ford Motor, advirtió que estas tarifas, que entrarán en vigor el 12 de marzo sin excepciones para México y Canadá, traerán un nivel de afectación sin precedentes en la industria automotriz. En una conferencia con analistas del sector, Farley señaló que las medidas de Trump han agregado “mucho costo y mucho caos” a la producción de vehículos en el país.

El mandatario republicano justificó la imposición de los aranceles argumentando que busca frenar la importación de autos fabricados en México y Canadá. “En México están construyendo plantas de automóviles por todos lados para fabricar coches y venderlos en Estados Unidos. Yo les digo: ‘De ninguna manera, no van a hacer eso’. Vamos a imponer aranceles a esos autos, no queremos esos autos, podemos fabricarlos aquí mismo”, declaró Trump en un evento reciente.

Sin embargo, la estrategia del expresidente no convence a la industria automotriz. Jim Farley advirtió que, lejos de beneficiar a la manufactura nacional, los grandes ganadores de esta medida serían las empresas automotrices de Corea del Sur, Japón y Europa, que exportan hasta 2 millones de vehículos a Estados Unidos sin estar sujetas a los mismos aranceles.

El analista Sam Fiorani, de AutoForecast Solutions, también expresó su preocupación, señalando que estos impuestos no contribuyen directamente a mejorar la industria automotriz estadounidense. Glenn Stevens, director ejecutivo de MichAuto, coincidió en que el sector es altamente competitivo y que no es viable modificar las cadenas de suministro o trasladar plantas de fabricación de manera inmediata, como sugiere Trump.

El impacto en los consumidores tampoco es menor. De acuerdo con Kelley Blue Book, el precio promedio de un automóvil nuevo en Estados Unidos en enero alcanzó los 48 mil 641 dólares (aproximadamente un millón de pesos). Con los nuevos aranceles, este costo podría dispararse aún más, afectando a los compradores en un contexto de alta inflación y menor capacidad adquisitiva.

Los líderes de la industria han advertido que la imposición de estos aranceles al acero y al aluminio no solo elevará los costos de producción, sino que también podría reducir la competitividad de las empresas automotrices estadounidenses frente a sus rivales internacionales. Ford, GM y Stellantis, tres de los gigantes del sector, enfrentan ahora un panorama incierto en el que sus productos podrían volverse menos accesibles para los consumidores y menos rentables para las compañías.

Las declaraciones de Trump han dejado claro su objetivo de obligar a las empresas automotrices a trasladar su producción a Detroit, sin embargo, los expertos advierten que esta no es una solución realista ni inmediata. Mientras tanto, la industria automotriz se prepara para enfrentar el golpe de una política comercial que, lejos de impulsar la manufactura nacional, amenaza con desestabilizar aún más un sector clave para la economía de Estados Unidos.