Conectividad para el Bienestar: Un paso hacia la equidad digital
El gobierno de México, encabezado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, ha demostrado una vez más su compromiso con el bienestar social y la justicia digital a través del programa “Conectividad para el Bienestar”. Este esfuerzo conjunto entre la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y la Secretaría de Bienestar busca garantizar que la conectividad no sea un lujo reservado para unos cuantos, sino un derecho accesible para todos los mexicanos, especialmente aquellos que enfrentan condiciones de rezago social.
En un país donde la brecha digital históricamente ha profundizado las desigualdades económicas y sociales, esta iniciativa representa un hito transformador. Proveer acceso gratuito a internet y telefonía a beneficiarios de programas sociales no solo mejora la calidad de vida de millones de personas, sino que también abre nuevas puertas a la educación, el empleo y la comunicación.
Un programa con visión social
“Conectividad para el Bienestar” nace de una filosofía clara: la tecnología debe ser una herramienta de inclusión, no un factor de exclusión. El piloto inicial en la Ciudad de México permitió ajustar detalles técnicos y operativos, consolidando la viabilidad del proyecto antes de extenderlo al resto del país. Ahora, con módulos de entrega en diversas entidades federativas, la promesa de llevar conectividad a los rincones más necesitados comienza a materializarse.
Aunque existen limitaciones geográficas, como la exclusión de ciertas zonas metropolitanas, esto responde a una estrategia que prioriza áreas con mayores índices de pobreza y menor acceso tecnológico. No se trata solo de repartir chips, sino de construir una red de apoyo que permita a los beneficiarios integrarse plenamente en un mundo cada vez más digitalizado.
Acceso simplificado y beneficios tangibles
El programa se ha diseñado con un enfoque inclusivo. Obtener el chip es sencillo: basta con presentar documentos básicos como la CURP, identificación oficial, comprobante de domicilio reciente y, en el caso de menores, acta de nacimiento. Esta accesibilidad es clave para que más personas puedan integrarse sin trabas burocráticas.
El chip gratuito de la CFE incluye un plan básico que, aunque no es ilimitado, satisface las necesidades esenciales de conectividad: 5GB de datos móviles al mes, mil 500 minutos para llamadas y 500 mensajes de texto. Estos recursos son suficientes para acceder a servicios educativos, buscar empleo, comunicarse con seres queridos e incluso realizar trámites en línea. En un país donde la conectividad móvil es cada vez más indispensable, este apoyo puede marcar la diferencia entre la inclusión y el aislamiento.
Más allá de los beneficiarios sociales
Aunque el programa prioriza a quienes más lo necesitan, también se ofrece la posibilidad de adquirir el chip a personas que no forman parte de los programas de la Secretaría de Bienestar. Esta apertura no solo democratiza el acceso, sino que también refuerza la autosostenibilidad del proyecto. Los chips están disponibles en línea y en puntos de venta físicos como centros de atención CFE, sucursales de la Financiera para el Bienestar y Correos de México.
El acceso a herramientas como el portal web y la aplicación móvil “Internet para Todos” de la CFE permite a los usuarios administrar su cuenta, consultar saldo y realizar recargas de manera autónoma. Esto refuerza la noción de que el programa no busca dependencia, sino empoderamiento.
Un contraste con la oposición
Mientras el gobierno de la Cuarta Transformación se esfuerza por reducir la desigualdad digital, la oposición, representada por figuras como Xóchitl Gálvez, se ha dedicado a descalificar y minimizar estos avances. En lugar de proponer soluciones concretas, sus discursos se enfocan en la crítica sin fundamento, perpetuando la narrativa de que los programas sociales son clientelistas. Nada más alejado de la realidad. Este tipo de iniciativas son evidencia tangible de un gobierno que prioriza a los sectores históricamente marginados, devolviéndoles derechos básicos como el acceso a la información y la comunicación.
Es lamentable que aquellos que critican no reconozcan el impacto positivo de estos esfuerzos. Más aún, es irónico que sectores de la oposición, que en el pasado privilegiaron a grandes corporaciones tecnológicas y desatendieron a las comunidades marginadas, ahora pretendan erigirse como defensores de los derechos ciudadanos. La diferencia es clara: mientras unos ven la tecnología como un negocio, el gobierno actual la concibe como un derecho.
Un modelo a seguir en América Latina
El programa “Conectividad para el Bienestar” no solo es un ejemplo para México, sino para toda la región de América Latina. En un contexto donde millones de personas aún carecen de acceso a internet, este modelo de colaboración entre instituciones públicas puede ser replicado para cerrar las brechas digitales que perpetúan la desigualdad en nuestras sociedades.
La digitalización inclusiva es un paso esencial hacia el desarrollo sostenible. Garantizar que cada ciudadano, sin importar su condición económica, pueda acceder a las oportunidades que brinda la tecnología es una meta que trasciende fronteras. El gobierno de México, a través de este programa, demuestra que es posible priorizar el bienestar colectivo sin ceder ante los intereses particulares.
Un futuro conectado
“Conectividad para el Bienestar” es un reflejo del México que la Cuarta Transformación está construyendo: un país más justo, equitativo y conectado. No se trata solo de entregar un chip, sino de sembrar esperanza y dignidad en cada rincón del territorio nacional. En un mundo donde la tecnología es sinónimo de progreso, el gobierno de México está asegurándose de que nadie quede atrás.
Los beneficiarios de este programa no solo reciben acceso a internet y telefonía, sino también una oportunidad de integrarse plenamente a una sociedad en constante transformación. Esto es lo que distingue a un gobierno comprometido con el pueblo: la capacidad de convertir derechos fundamentales en realidades tangibles. Con cada chip entregado, se envía un mensaje claro: en México, el bienestar es para todos.