Colectivos descubren más de 1,400 fosas clandestinas en Jalisco con apoyo de la ciencia
En un esfuerzo sin precedentes por encontrar a sus seres queridos, colectivos de familiares de personas desaparecidas han localizado al menos 1,400 fosas clandestinas en Jalisco en los últimos 15 años, según informó Eduardo Santana, investigador de la Universidad de Guadalajara y uno de los colaboradores del libro “Interpretando la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan: ciencias biológicas, físicas y de la tierra aplicadas a la detección de inhumaciones clandestinas”.
El libro, presentado a diversos colectivos, fue coordinado por la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Jalisco (COBUPEJ), en colaboración con instituciones académicas y científicas tanto nacionales como internacionales, como la Universidad de Guadalajara, el Centro de Investigación en Ciencias de Información Geoespacial (CentroGeo) del Conahcyt, la Universidad Politécnica de la Zona Metropolitana de Guadalajara, así como las prestigiosas universidades de Oxford y Bristol.
De acuerdo con el texto, estas 1,400 fosas representan aproximadamente el 70 por ciento del total de fosas clandestinas encontradas en el estado, lo que refleja la enorme labor de los colectivos, quienes se han visto obligados a tomar la iniciativa ante la insuficiencia de las autoridades para realizar búsquedas efectivas. Santana mencionó que entre el 60 y el 80 por ciento de estas fosas fueron descubiertas gracias a la información proporcionada por los colectivos, aunque no necesariamente son ellos quienes las localizan directamente, sino que alertan a las autoridades sobre las posibles ubicaciones.
Una parte crucial de este proceso de búsqueda es el apoyo de la ciudadanía, que debido a la desconfianza en las instituciones gubernamentales, prefiere hacer denuncias anónimas directamente a los colectivos en lugar de informar a las autoridades. Según Santana, esta desconfianza lleva a que más del 90 por ciento de la información que guía a los colectivos provenga de la población.
El libro destaca la colaboración de Víctor Hugo Ávila Barrientos, titular de la COBUPEJ, así como de Tunuari Roberto Chávez y José Luis Silván, quienes junto a Santana, buscan “interpretar la naturaleza para encontrar a quienes nos faltan”, aplicando un enfoque multidisciplinario que incluye conocimientos de ciencias biológicas, físicas y de la tierra. Este trabajo ha permitido desarrollar técnicas innovadoras para la localización de inhumaciones clandestinas, utilizando herramientas como el análisis de la vegetación, el estudio del suelo, el uso de drones multiespectrales y la entomología forense, entre otros.
Un experimento particularmente llamativo descrito en el libro fue realizado por el Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara, en colaboración con la Universidad Politécnica de Jalisco y las universidades de Oxford y Bristol. En este estudio se enterraron cuerpos de animales en condiciones similares a las utilizadas por los criminales para ocultar a sus víctimas, con el fin de estudiar cómo pueden ser detectados.
El motor principal detrás de esta lucha, señala el libro, es el dolor y la frustración de las madres buscadoras, quienes han impulsado a los colectivos a organizarse de manera autónoma debido a la falta de acción por parte del gobierno. Estas madres no solo han desarrollado sus propias técnicas para excavar y leer el paisaje, sino que también han aprendido a colaborar entre ellas y con medios de comunicación y científicos, logrando convertir su dolor en una forma de ciencia ciudadana.
Con la colaboración de más de 50 especialistas en disciplinas como botánica, entomología, ecología y análisis de suelos, el libro explora en 20 capítulos cómo el conocimiento técnico y el saber empírico de las madres buscadoras han creado un modelo de búsqueda único en el mundo. Santana, quien coordinó los capítulos “Saberes nacidos del dolor” y “Madres buscadoras hacen ciencia ciudadana”, subrayó que México ha superado a Colombia no solo en el número de desaparecidos, sino también en la cantidad de colectivos ciudadanos dedicados a su búsqueda.
Este libro no solo documenta el dolor y la lucha de las familias, sino que también ofrece un manual de esperanza para quienes siguen buscando a sus seres queridos, demostrando que la ciencia y la organización ciudadana pueden ser herramientas poderosas en la búsqueda de justicia.