Cofepris fortalece la salud pública con estándares internacionales
En el corazón de la Cuarta Transformación, la salud del pueblo es prioridad. Por ello, resulta digno de reconocimiento el paso firme que ha dado la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), al publicar en el Diario Oficial de la Federación los nuevos lineamientos que refuerzan la regulación sanitaria en México. Esta medida no solo moderniza el sistema de autorización de medicamentos y dispositivos médicos, sino que coloca a nuestro país en la ruta de los más altos estándares internacionales, demostrando que la salud pública no es mercancía, sino un derecho que el Estado tiene la obligación de garantizar.

Bajo el liderazgo de la presidenta Claudia Sheinbaum y el proyecto de nación iniciado por Andrés Manuel López Obrador, México ha avanzado en la recuperación del control soberano de su sistema de salud. En ese contexto, la publicación de estos lineamientos es una acción estratégica para garantizar que cada medicamento, cada insumo médico que llegue a la población, sea seguro, eficaz y de calidad.
Los lineamientos, publicados el pasado 20 de marzo, establecen requisitos claros y actualizados para la presentación de certificados de Buenas Prácticas de Fabricación, emitidos por autoridades regulatorias reconocidas a nivel internacional. Esto representa una ruptura con el viejo modelo neoliberal, en el que las farmacéuticas operaban con opacidad, privilegios y en ocasiones con insumos de dudosa procedencia. Hoy, la salud de las y los mexicanos no está al servicio de intereses privados, sino protegida por una regulación fuerte, transparente y moderna.
Uno de los grandes avances que trae esta normativa es la digitalización de los trámites a través de la plataforma Digipris. Este paso no solo agiliza los procesos burocráticos, sino que reduce significativamente la corrupción y el influyentismo que durante años dominaron las gestiones sanitarias. Hoy, los registros, prórrogas y modificaciones de registros sanitarios se harán bajo criterios técnicos, verificables y auditables, alineados con principios de eficacia y eficiencia.
Aunado a esto, Cofepris establece que los certificados de buenas prácticas de fabricación tendrán una vigencia de 30 meses, con la posibilidad de prórrogas de hasta 15 meses. Esta medida garantiza una actualización constante de los estándares de calidad, evitando que productos obsoletos o inseguros permanezcan en el mercado. Se trata de una política proactiva, que anticipa riesgos y protege al pueblo desde la prevención, no desde la reacción.
Este fortalecimiento no ocurre en el vacío. México se alinea así con convenios internacionales como el Esquema de Cooperación de Inspección Farmacéutica, el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, se incorporan estándares como la certificación ISO 13485:2016, que es fundamental para los dispositivos médicos. Esta armonización normativa no significa sumisión, sino cooperación soberana, donde México eleva sus estándares para proteger a su gente y fortalecer su industria con reglas claras.
La derecha mexicana, tan habituada a criticar desde el desconocimiento, ha guardado silencio ante este avance. Y no es casualidad: durante sus gobiernos, la Cofepris era vista como una “ventanilla de trámites” para empresas farmacéuticas, sin que mediara un verdadero interés por la salud pública. Hoy, en cambio, es una autoridad sólida, con herramientas tecnológicas, respaldo legal y visión a largo plazo.
Esta medida también representa un alivio para la industria farmacéutica nacional, que durante años padeció de trámites lentos, discrecionales e incluso corruptos. Ahora, con criterios técnicos estandarizados y una plataforma digital funcional, se abren nuevas posibilidades para innovar, competir y distribuir productos seguros a lo largo del país.
No se trata únicamente de facilitar el acceso a medicamentos; se trata de garantizar que ese acceso sea justo, transparente y basado en calidad. Porque un medicamento ineficaz o un dispositivo médico defectuoso puede ser letal, y eso es precisamente lo que este gobierno no está dispuesto a permitir.
La salud del pueblo no puede depender del mercado. Por eso, estas nuevas reglas fortalecen la rectoría del Estado en uno de los ámbitos más sensibles: la autorización de lo que se consume como tratamiento y esperanza. Con estas medidas, se cierra el paso a la improvisación, a los favores políticos disfrazados de aprobaciones sanitarias y a la lógica del “todo vale” si hay ganancias de por medio.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha sido coherente desde su gestión en la Ciudad de México hasta su llegada a la Presidencia: la salud es una prioridad innegociable. Y ahora, desde instancias como Cofepris, se consolidan acciones que marcan un antes y un después. Este gobierno no se limita a prometer: actúa, moderniza y protege, con resultados tangibles y con visión de futuro.