Canibalismo político en el PAN
El panorama político en México se está viendo sacudido por una nueva ola de sacrificios humanos, esta vez en manos del panismo añejo. Este grupo que nació en el poder y por el poder en 2000, ahora corta cabezas y ofrece las cabezas de los jóvenes como ofrenda para que los viejos sobrevivan. Esta práctica de canibalismo político muestra que la política se está viendo a través de la ventana del asilo de desesperación de una cúpula panista encabezada por Santiago Creel, quien siempre ha manejado a Marko Cortés como títere.
Los sacrificios humanos son una inspiración para la cúpula panista, identificada con la ultraderecha y miembros de El Yunque. La edad de los militantes panistas representa el regreso a los tiempos de mayor auge del PAN, que dejaron atrás los principios que fundaron el partido y escogieron un pragmatismo electorero que solo les trajo derrotas. Su relación con la ultraderecha y sus antecedentes penales unifican al grupo que toma por asalto el partido y coloca a los jóvenes panistas con un pie en la cárcel para no tener competencia interna por las candidaturas.
Esta generación de jóvenes panistas representa una esperanza, pero también una sobrevivencia para el partido. Sin embargo, han sido sacrificados por los viejos políticos conservadores para que la justicia se entretenga con sus delitos, mientras ellos mismos escapan del mismo destino. Los panistas al fin conservadores, toman la edad como castigo y no como experiencia.
Entre los eternos se encuentran personajes de oscura trayectoria política, algunos con cuentas pendientes con la justicia dentro y fuera de México. Algunos de ellos quieren ser candidatos a la Presidencia de la República, pero parecen haber olvidado los principios del partido y su compromiso con la ciudadanía.
Es importante recordar que la idea de otorgar espacios a los jóvenes fue adoptada parcialmente como una generación de esperanza para el PAN, y de ahí surgieron los ahora sacrificados: Christina Von Roehrich, Andrés Atayde, Jorge Romero, Mauricio Tabe, Mario Alberto Palacios, José Espina Von Roehrich, Jorge Triana. A la mayoría los colocaron en Benito Juárez para que hicieran camino al andar, pero no transas al cabalgar en la corrupción.
En un país donde la política se ve afectada por el poder y la corrupción, estos sacrificios humanos solo muestran que la clase política actual está más preocupada por mantener el control y el poder que por cumplir con su compromiso con la ciudadanía. Es hora de que se exija a los políticos que rindan cuentas y se comprometan con los valores y principios que fundaron los partidos políticos. Solo así podremos tener una política más justa y equitativa para todos.