Brecha de Ingresos: Desafíos Urbanos y Rurales en México

En un contexto donde las diferencias socioeconómicas se han convertido en un tema crucial para la sociedad mexicana, un análisis profundo de los datos revela una disparidad significativa en los ingresos entre hogares urbanos y rurales. A pesar de los avances y retrocesos en los últimos años, la brecha entre estos dos grupos de hogares sigue siendo alarmantemente grande. Datos provenientes de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH) realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) han desglosado esta tendencia, arrojando luz sobre los desafíos persistentes que enfrentan las comunidades rurales en México.

Durante el período 2016-2022, se observó un repunte del 21.7 por ciento en el ingreso promedio trimestral de los hogares rurales en México. Aunque esta cifra podría ser vista como un avance positivo, la realidad es que la velocidad a la que ha estado disminuyendo la brecha con los hogares urbanos ha sido insuficiente. En los últimos seis años, se registró una reducción importante en la brecha de ingresos, aunque todavía incipiente. Sin embargo, este progreso se vio truncado en el año 2020, un año marcado por la pandemia global, cuando la brecha de ingresos volvió a ampliarse en comparación con el año 2022.

Los datos más recientes señalan que el ingreso promedio corriente trimestral de los hogares rurales sigue siendo notablemente inferior al ingreso observado a nivel nacional. De hecho, se reveló que el 62 por ciento del ingreso promedio de los hogares urbanos es equivalente al ingreso promedio de los hogares rurales en todo el país. Esta cifra es reveladora y refleja una profunda disparidad que persiste a lo largo del tiempo.

La ENIGH ha proporcionado detalles específicos sobre la concentración de ingresos en diferentes segmentos de la población. En 2022, el ingreso promedio trimestral en las áreas urbanas alcanzó los 69,846 pesos, mientras que en las zonas rurales apenas llegó a los 43,096 pesos. Estas cifras, aunque aumentaron en comparación con las de 2016 (71,324 pesos y 35,406 pesos respectivamente), resaltan la desigualdad económica que aún persiste en el país.

El año 2020, marcado por la crisis de salud, mostró ingresos promedio de 62,670 pesos en áreas urbanas y 38,093 pesos en áreas rurales. Estos números, aunque inferiores a los de 2022, subrayan el impacto económico que la pandemia tuvo en todas las áreas del país, afectando de manera desproporcionada a los hogares más vulnerables.

Un aspecto crucial que la ENIGH ha revelado es cómo estas variaciones en los ingresos se distribuyen a lo largo de diferentes niveles socioeconómicos. La segmentación por deciles de ingreso proporciona una visión más detallada de cómo las ganancias y las pérdidas se distribuyen en la población. Durante el período de 2020 a 2022, se observaron incrementos en todos los deciles de ingreso, señalando un aumento generalizado en los ingresos a nivel nacional. Sin embargo, si ampliamos el análisis al período de 2016 a 2022, surge un patrón más complejo: la mayoría de los deciles experimentaron incrementos, a excepción del decil X, que representa a los hogares con los ingresos más altos y que experimentaron una reducción en sus ingresos.

En términos de concentración de ingresos, el año 2022 mostró un cambio significativo. El 31.5 por ciento del ingreso total del país se concentró en el decil de mayores ingresos, lo que representa una reducción en comparación con años anteriores. Contrastando esta cifra con la del año 2016, cuando el decil más alto aglutinaba el 36.4 por ciento de los ingresos, se puede observar una redistribución más equitativa a lo largo de los diferentes deciles.

Esta dinámica de redistribución no es exclusiva de las áreas urbanas, ya que se refleja de manera similar en las zonas rurales. Las comunidades rurales, sin embargo, enfrentan desafíos adicionales que amplifican la brecha de ingresos. Aquí, el ingreso mensual promedio disminuye a 14,365 pesos, un 32.3 por ciento por debajo del promedio nacional. El primer decil, que representa a los hogares con bajos ingresos, muestra la cruda realidad: un ingreso promedio por hogar de tan solo 3,121 pesos al mes en el ámbito rural. Esta cifra es indicativa de las dificultades que enfrentan estos hogares para acceder a servicios esenciales, como la conectividad digital, incluyendo la adquisición de equipos como teléfonos celulares o computadoras.

En resumen, la persistente brecha de ingresos entre hogares urbanos y rurales en México plantea desafíos profundos y complejos en la distribución socioeconómica del país. Aunque ha habido avances en la reducción de esta disparidad, el ritmo es insuficiente y los eventos disruptivos, como la pandemia, pueden revertir los avances logrados. La redistribución de ingresos a lo largo de diferentes deciles refleja un cambio en la dinámica económica, aunque sigue siendo necesario abordar de manera más efectiva las necesidades de las comunidades rurales más vulnerables.