Ejército Mexicano toma las riendas del Tren Maya: ¡Un nuevo rumbo para el megaproyecto!
La Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) ha emitido dos importantes publicaciones en el Diario Oficial de la Federación (DOF), que tienen un impacto significativo en el futuro del Tren Maya en el sureste mexicano. Estas publicaciones implican un cambio sustancial en la asignación de la empresa encargada de la construcción, operación y explotación de la red ferroviaria, retirando dicha responsabilidad a “Fonatur Tren Maya”, una empresa del sector turístico, y otorgándosela a la paraestatal del Ejército, conocida como “Tren Maya”.
Según las publicaciones oficiales, se ha modificado el título de asignación de “Fonatur Tren Maya”, el cual le fue otorgado el 20 de abril de 2020. Ahora, esta empresa ya no será responsable de la operación y explotación de la red de ferrocarril, sino que se enfocará exclusivamente en la construcción de la vía. Una vez que esta fase esté concluida, se entregará la responsabilidad operativa a la entidad militar “Tren Maya”.
Es importante destacar que la modificación al título de asignación de Fonatur Tren Maya incluye una excepción relevante: un tramo de 564,850 kilómetros conocido como vía del Mayab, que se extiende desde Palenque, Chiapas, hasta Mérida, Yucatán. Este tramo específico seguirá bajo la responsabilidad de la empresa original, manteniendo su participación en la operación y explotación de dicha sección.
En contraste, la empresa “Tren Maya”, bajo la administración de la Secretaría de Defensa Nacional, será la encargada de la construcción, operación y explotación de la vía general de comunicación ferroviaria conocida como Tren Maya. Además, asumirá el servicio público de transporte ferroviario de carga y pasajeros, así como todos los servicios auxiliares requeridos. Este cambio tendrá “vigencia indefinida”, según se ha especificado en las publicaciones oficiales.
Durante el fin de semana, organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil lograron una suspensión definitiva en contra de la tala y desmonte de terrenos comprendidos en los tramos 3 (Calkiní-Izamal), 4 (Izamal-Cancún), 5 Norte (Cancún-Playa del Carmen) y 6 (Tulum-Chetumal). Estas áreas son de gran relevancia ecológica y representan una preocupación constante para los defensores del medio ambiente.
Este nuevo cambio en la asignación del Tren Maya ha generado diversas reacciones entre los actores involucrados. Por un lado, se espera que la participación del Ejército Mexicano brinde mayor seguridad y control en la construcción y operación del proyecto. La experiencia y disciplina de esta institución podrían ser una ventaja en términos de eficiencia y gestión. Sin embargo, también existen preocupaciones sobre posibles implicaciones en temas de derechos humanos y transparencia.
Por otro lado, la decisión de dejar a “Fonatur Tren Maya” a cargo exclusivamente de la construcción de la vía, sin la responsabilidad de operación y explotación, ha generado incertidumbre sobre el futuro de la empresa y sus empleados. Se desconoce cómo afectará esta decisión a la estructura organizativa y a los planes a largo plazo de la compañía.
La excepción otorgada a “Fonatur Tren Maya” para mantener el control sobre el tramo de la vía del Mayab ha sido objeto de debate. Algunos argumentan que esta medida garantiza la continuidad de la experiencia y conocimiento adquiridos por la empresa en esa área específica. Sin embargo, otros cuestionan si esta fragmentación en la gestión podría generar complicaciones en la coordinación y el funcionamiento eficiente del proyecto en su conjunto.
Las organizaciones ambientalistas y de la sociedad civil han celebrado la suspensión definitiva obtenida en contra de la tala y desmonte en los tramos 3, 4, 5 Norte y 6 del Tren Maya. Estos grupos han expresado su preocupación por el impacto ambiental que la construcción del tren podría tener en áreas naturales protegidas y ecosistemas frágiles. Consideran que es fundamental garantizar una evaluación exhaustiva de los efectos ambientales y la adopción de medidas adecuadas para preservar la biodiversidad y los recursos naturales de la región.
El Tren Maya, desde su concepción, ha sido objeto de un intenso debate en la sociedad mexicana. Sus defensores argumentan que será un motor económico para la región sureste del país, generando empleo, desarrollo turístico y mejorando la conectividad en una de las zonas con mayores rezagos. Además, se espera que promueva el turismo sustentable y respetuoso con el entorno.
Sin embargo, los críticos del proyecto plantean preocupaciones sobre su impacto social, cultural y ambiental. Señalan posibles desplazamientos de comunidades indígenas, pérdida de patrimonio cultural y daños irreversibles a la flora y fauna de la región. Estas preocupaciones han llevado a múltiples acciones legales y a una constante vigilancia por parte de los defensores de los derechos humanos y del medio ambiente.
El cambio en la asignación del Tren Maya a favor del Ejército Mexicano plantea una nueva dinámica en el desarrollo de este megaproyecto. La participación de una institución castrense genera expectativas y desafíos adicionales. Se espera que se establezcan mecanismos de supervisión y rendición de cuentas claros, así como salvaguardias para garantizar el respeto a los derechos humanos y la protección del medio ambiente en todas las etapas del proyecto.
En resumen, la reciente modificación en la asignación del Tren Maya representa un giro significativo en el desarrollo de este ambicioso proyecto ferroviario. Con la transferencia de responsabilidades a la paraestatal del Ejército, se espera mayor seguridad y eficiencia en la construcción y operación del tren. Sin embargo, persisten interrogantes sobre los impactos sociales, culturales y ambientales, así como sobre el futuro de “Fonatur Tren Maya”. La suspensión definitiva obtenida por las organizaciones ambientalistas refuerza la importancia de una evaluación rigurosa y el respeto a los derechos humanos y la protección del medio ambiente. El debate en torno al Tren Maya continúa, y será fundamental mantener un diálogo abierto y transparente para abordar las preocupaciones y garantizar que el proyecto se desarrolle de manera responsable y sostenible. El futuro del sureste mexicano está en juego, y es necesario encontrar un equilibrio entre el desarrollo económico y la preservación del patrimonio natural y cultural de la región.