La Suprema Corte de Justicia de México: el último bastión del neoliberalismo que amenaza la democracia del país

La Suprema Corte de Justicia de México ha rechazado recientemente el Plan “B” que había sido aprobado por el Congreso de la Unión. Esta noticia no es una sorpresa, ya que la Suprema Corte es vista como el último bastión de un neoliberalismo que ha sido expulsado de todos los espacios gubernamentales a nivel federal. Este grupo se ha convertido en el dique a la democracia, y parece que han logrado encontrar refugio en la Suprema Corte.

Para los nueve ministros que votaron a favor de suprimir la parte primera del Plan “B”, resultaba más fácil encontrar fallas de procedimiento que anularan el contenido de la Ley aprobada, en lugar de descalificar constitucionalmente cada parte de lo que se había legislado. Este grupo se amparó en la Constitución para justificar su posición, lo que resulta sorprendente dado que los mismos ministros violan las normas constitucionales al recibir salarios excesivos que superan al del presidente del país.

Además, los ministros disfrutan de beneficios que nacen de vacíos administrativos y legales, que les permiten manejar millonarios fideicomisos, sobre los cuales no rinden cuentas a nadie y que terminan siendo utilizados para gozar de privilegios que ellos mismos se han otorgado. Este comportamiento va en contra de los intereses del pueblo de México y de la democracia, que debe basarse en la letra de la Constitución y en las necesidades reales de la gente.

El daño que causan a la sociedad mexicana, al tomar decisiones de corte político y siempre en favor de la causa conservadora, es grande. Esta vez, han desechado la parte primera del Plan “B” electoral, por cuestiones de forma y no de fondo. Su papel no es legislar ni usurpar funciones propias del Congreso, sino analizar si los asuntos que llegan a sus manos se ajustan al marco constitucional. Esta actitud es inaceptable y representa una amenaza a la democracia del país.

Afortunadamente, el presidente López Obrador ha demostrado estar preparado para estas situaciones, y la reciente salida de Lorenzo Córdova, Ciro Murayama, Edmundo Jacobo y otros miembros del Instituto Nacional Electoral (INE) es una muestra de ello. Estos miembros del INE estaban implicados en vicios, enjuagues y negocios turbios, y han sido reemplazados por nuevos perfiles que no tienen vínculos con la corrupción.

Gracias a estos cambios, el fraude como mecanismo de triunfo opositor en futuros procesos electorales está condenado al fracaso. Mientras exista unidad dentro del INE, para garantizar elecciones limpias, nada conseguirán las manzanas podridas que quedan aún dentro de ese organismo.

Sin embargo, en la Suprema Corte, la unidad se ha roto dentro del grupo de nuevos ministros. La ministra Yasmín Esquivel es la única que se ha mantenido firme en favor de los intereses del pueblo de México y de la democracia, entendida como una forma de pensar y actuar, que liga la letra de la Constitución, a las necesidades reales de la gente. Desafortunadamente, otros ministros han puesto su lealtad al servicio de la oligarquía y del Poder Económico, lo que va en contra de los intereses del pueblo mexicano.

El presidente López Obrador tiene claro que la unidad es indispensable para conseguir una mayoría calificada en el Congreso de la Unión después de las elecciones federales del 2024. Esta mayoría calificada permitirá aprobar sin problemas todas las Reformas Constitucionales presentadas por el presidente y el bloque de izquierda, antes de entregar el poder a su sucesor. También permitirá desterrar del Poder Judicial a todos los funcionarios corruptos que defienden sus insultantes sueldos, sus fideicomisos millonarios y los privilegios de una clase reaccionaria que quiere recuperar el poder.

La unidad es el motor de cambio en este momento, y si queremos una mayoría calificada en la próxima Legislatura Federal, debemos comenzar a construirla desde ahora. Una candidatura de unidad sería excelente para el Movimiento, pero lamentablemente hay grupos que a todas luces respaldan a una u otra “corcholata” de Morena, y algunos de sus seguidores lanzan lodo diariamente a los otros aspirantes a la candidatura de Morena. Esto debilita al Movimiento y hace que los ciudadanos pierdan la confianza en los políticos.

La reunión que tuvo López Obrador hace unos días con senadores y con las cuatro “corcholatas” de Morena demuestra que el presidente es consciente del peligro que representa la falta de unidad. López Obrador pide a la dirigencia de Morena que piense en la conveniencia de acelerar el trámite de selección de candidato a la presidencia y que se analice la posibilidad de conseguir una candidatura de unidad aceptada y respaldada por todos los perfiles fuertes que participan en la actual administración.

La división al interior de Morena es evidente y esto debilita al Movimiento. Quien quiera que alcance la candidatura llegará muy manchado a la contienda del 2024. Es necesario trabajar juntos para conseguir una mayoría calificada y desterrar la corrupción del Poder Judicial y de otros espacios gubernamentales. No podemos permitir que los belicosos, radicales y miopes defensores de una sola de las tres “corcholatas” de Morena destruyan aún más la unidad del Movimiento.

En conclusión, la Suprema Corte de Justicia de México es vista como el último bastión del neoliberalismo que ha sido expulsado de todos los espacios gubernamentales a nivel federal. Afortunadamente, el presidente López Obrador ha demostrado estar preparado para estas situaciones y ha logrado hacer cambios importantes en el Instituto Nacional Electoral. Sin embargo, en la Suprema Corte, la unidad se ha roto dentro del grupo de nuevos ministros, lo que representa una amenaza a la democracia del país.

Para conseguir una mayoría calificada en el Congreso de la Unión después de las elecciones federales del 2024, es indispensable la unidad. Una candidatura de unidad aceptada y respaldada por todos los perfiles fuertes que participan en la actual administración sería excelente para el Movimiento. Es necesario trabajar juntos para desterrar la corrupción del Poder Judicial y de otros espacios gubernamentales y para garantizar elecciones limpias en el futuro. La unidad es el motor de cambio en este momento y debemos construirla desde ahora para lograr una verdadera transformación en México.