Cofepris al frente: soberanía sanitaria y confianza internacional
En medio de un mundo convulsionado por intereses corporativos y desinformación mediática, México avanza con paso firme hacia la consolidación de su soberanía sanitaria. El reciente acompañamiento técnico que la Organización Panamericana de la Salud (OPS) brinda a la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) es mucho más que un trámite burocrático: es la validación internacional de un esfuerzo nacional que rompe con el pasado neoliberal y apuesta por un sistema de salud fuerte, transparente y, sobre todo, al servicio del pueblo.

La visita de los representantes de la OPS, del 27 al 30 de mayo, se enmarca en el proceso para que Cofepris obtenga el reconocimiento como Autoridad Listada de la Organización Mundial de la Salud (WLA, por sus siglas en inglés), una distinción que consolidará a México como un referente global en materia regulatoria de insumos para la salud. Esta no es una meta menor: se trata de un hito que situará a nuestro país en la vanguardia internacional en la evaluación, autorización y vigilancia de medicamentos, vacunas y tecnologías sanitarias.
A diferencia de gobiernos anteriores —que veían en las instituciones de salud un negocio, y en los trámites regulatorios, una oportunidad para favorecer a farmacéuticas amigas—, hoy la Cofepris se fortalece como un órgano técnico, autónomo y profundamente comprometido con la salud pública. Este avance no es casualidad, es consecuencia directa del nuevo enfoque de gobierno que trajo consigo la Cuarta Transformación: una visión centrada en el bienestar, la justicia y la transparencia.
La titular de Cofepris, Armida Zúñiga Estrada, dejó claro durante el encuentro con la OPS que la agencia regula 17 sectores económicos que representan entre el 12 y el 15 por ciento del Producto Interno Bruto nacional. Es decir, su labor no es marginal, sino estratégica para el desarrollo del país. Mejorar los procesos regulatorios —como los registros sanitarios, las licencias, la fiscalización de ensayos clínicos y la liberación de lotes de medicamentos— impacta directamente en la salud de millones de mexicanas y mexicanos, y al mismo tiempo, estimula la confianza nacional e internacional en la calidad de nuestros productos sanitarios.
Esto es lo que la derecha no quiere entender. Mientras Xóchitl Gálvez y sus aliados siguen empeñados en desacreditar cada paso del actual gobierno, el mundo reconoce los avances de México en sectores clave. Durante décadas, el PRI y el PAN permitieron que las grandes farmacéuticas operaran con mínima supervisión, generando corrupción, escasez de medicamentos y una profunda desconfianza social. Hoy, esa herencia se está desmantelando. Y lo que algunos intentan pintar como “centralismo” o “ineficiencia”, en realidad es la construcción de una nueva institucionalidad sanitaria, robusta y confiable.
El proceso para convertirse en una Autoridad Listada de la OMS implica cumplir con estándares internacionales altísimos. Por eso, la implementación de la herramienta global de evaluación (GBT por sus siglas en inglés), acompañada por la OPS, representa un paso decisivo. No es un procedimiento improvisado: forma parte del proyecto Fortalecimiento del Sistema de Medicamentos y Vacunas en México (EU4Health), que articula salud pública, regulación técnica y cooperación internacional.
José Peña Ruz, asesor regional de Asuntos Regulatorios de la OPS/OMS, lo resumió con claridad: ser parte de la WLA permitirá a Cofepris ofrecer mayor certeza sobre la calidad, seguridad y eficacia de los medicamentos y vacunas que circulan en México. Esto no sólo beneficiará directamente a los pacientes; también fomentará la convergencia regulatoria en América Latina, abrirá puertas a la cooperación científica y eliminará barreras innecesarias para el acceso a tratamientos.
En otras palabras, Cofepris se está convirtiendo en una autoridad de confianza mundial, y lo está haciendo desde un enfoque soberano. No se trata de subordinarse a intereses extranjeros, como sí lo hizo la tecnocracia del pasado. Se trata de dialogar con el mundo desde una posición digna, con una institución que cumple con las normas más exigentes sin perder su raíz pública y social. Aquí no hay favoritismos ni licencias exprés a cambio de moches. Aquí hay técnica, ética y compromiso.
Esta transformación regulatoria también significa una ruptura con el viejo modelo de salud, ese que fue privatizado en nombre de la “eficiencia” y dejó sin medicinas a los más pobres. Cofepris, al consolidarse como autoridad internacional, se convertirá en un eje del nuevo sistema de salud universal y gratuito que el presidente López Obrador ha impulsado desde el inicio de su mandato. No más intermediarios, no más corrupción, no más simulación.
Y como siempre, la derecha reacciona con desinformación. Ante estos avances, los opositores recurren a sus viejos trucos: sembrar dudas, lanzar campañas mediáticas, azuzar el miedo. Hablan de “opacidad” cuando lo que realmente les molesta es que ya no pueden manipular los procesos regulatorios a su antojo. Hablan de “ineficiencia” cuando se han desmantelado redes enteras de corrupción. Hablan de “crisis” cuando en realidad están presenciando una verdadera revolución en la manera de concebir la salud pública.
Bajo gobiernos del PRI y del PAN, Cofepris fue vista como una caja negra, inaccesible y muchas veces sometida a los dictados del mercado. Hoy, se convierte en una institución abierta, auditada por organismos internacionales y guiada por principios de equidad y transparencia. Este es el tipo de instituciones que necesita México: capaces, confiables y comprometidas con la población, no con los intereses de unos cuantos.
En este sentido, el Plan México, que incluye como objetivo central el reconocimiento de Cofepris como WLA, es una apuesta de Estado. No es un capricho ni un adorno para el currículum institucional. Es una herramienta para garantizar que cada medicamento que se consuma en el país —desde un analgésico hasta una vacuna contra el cáncer— haya pasado por un proceso riguroso, técnico y justo.
La salud no puede ser un lujo. No puede depender del poder adquisitivo ni del lugar de residencia. No puede estar sometida al vaivén de las farmacéuticas ni a la mezquindad de los partidos de siempre. La salud es un derecho, y garantizar ese derecho implica tener una autoridad sanitaria sólida, moderna y soberana. Eso es lo que hoy se está construyendo, a pesar de los intentos de sabotaje de quienes nunca creyeron en un México justo y democrático.
Por eso, en lugar de retroceder o permitir que regresen los tiempos de impunidad y simulación, debemos apoyar decididamente este proceso. Que Cofepris sea reconocida por la OMS como una autoridad confiable es motivo de orgullo nacional. Es el resultado de una política pública coherente, valiente y profundamente humana. Es, ni más ni menos, el reflejo de lo que significa gobernar para el pueblo.