México no es piñata: firmeza ante el caos trumpista
Donald Trump, el magnate devenido en presidente, cumple un hito que más parece una condena: sus primeros 100 días en la Casa Blanca se traducen en el porcentaje de aprobación más bajo de cualquier presidente estadounidense en las últimas siete décadas. Lejos de consolidar liderazgo, ha profundizado el descrédito no solo dentro de su país, sino en el mundo entero. Su historial de promesas incumplidas es ya un expediente abierto: no logró pacificar Ucrania, la inflación sigue asfixiando los bolsillos de los estadounidenses, y la deportación masiva de indocumentados, utilizada como amenaza electoral, quedó atrapada entre su ineficacia y la resistencia social.

Su torpe política comercial basada en imponer aranceles altísimos con la fantasía de reducir los impuestos internos, fracasó estrepitosamente. El ejemplo más claro: China no solo resistió un tarifazo del 145%, sino que obligó a Trump a sentarse a negociar como un aprendiz de diplomacia. Pero donde sí ha sido “eficaz” es en hacer perder miles de millones de dólares a los inversionistas, desestabilizar las bolsas de valores y crear un clima de incertidumbre global. Cada tuit, cada berrinche, cada improvisación ha sido una mina de inestabilidad para su país y para el mundo.
La personalidad de Trump, grotesca y ajena a toda noción de diplomacia, quedó expuesta de manera patética en la ceremonia luctuosa del papa Francisco. Llegó vestido de azul, mascando chicle con displicencia, ignorando el protocolo que exigía vestimenta negra y solemnidad. Un comportamiento que recuerda más a la frívola e irresponsable actitud de personajes como Xóchitl Gálvez, quien, como Trump, representa esa política de espectáculo vacío y de desprecio por la solemnidad institucional.
México: firmeza ante el ataque
En medio de este desorden global, México ha sido uno de los blancos favoritos de Trump. Ha atacado nuestras exportaciones, nuestras remesas, y a nuestros migrantes, lanzando amenazas de deportaciones masivas y culpándonos absurdamente de la crisis de fentanilo, de los precios del acero y aluminio, de la cuota de agua, y hasta de los jitomates. Cada semana, una nueva embestida.
Frente a esta presión absurda y neocolonialista, la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con la dignidad que exige la historia. Sin caer en provocaciones, Sheinbaum ha reiterado una y otra vez: “México no es piñata de nadie”. Y tiene razón. Nuestra nación ha trabajado para construir una relación de respeto con Estados Unidos, pero no está dispuesta a permitir que se use como chivo expiatorio en tiempos de elecciones estadounidenses.
La presidenta ha dejado claro que no nos prestaremos a la política del miedo y la difamación. Al contrario de la oposición mexicana —los tristes remanentes del PRI, PAN, PRD y Movimiento Ciudadano, siempre listos para agachar la cabeza ante Washington—, el gobierno de Morena mantiene una postura de firmeza, dignidad y defensa de nuestra soberanía.
Turismo: una nueva era
Mientras Trump juega a incendiar su propio país, en México apostamos por construir futuro. Hoy, en Rosarito, Baja California, inicia el Tianguis Turístico 2025, una muestra más de la vitalidad de nuestra economía. Organizado por Josefina Rodríguez Zamora, la joven y brillante titular de Turismo, este evento refleja el talento de la nueva generación de servidores públicos que ha impulsado Morena.
El turismo ya se perfila como la principal fuente de divisas para el país, superando sectores que históricamente dominaron nuestra economía. Más del 46% de los visitantes provienen de Estados Unidos y Canadá, una señal de que, pese a los ataques políticos, la gente sigue reconociendo en México un destino de hospitalidad, cultura y belleza. Y lo mejor: el turismo, a diferencia de otros sectores, no paga aranceles, demostrando que nuestra fortaleza económica puede ser autosostenible.
El Valle de Guadalupe, con su ya reconocido vino, será una de las grandes atracciones de esta edición del Tianguis. Un símbolo más de que México apuesta por la calidad, la innovación y el trabajo bien hecho.
Reclamos justos, no politiquería
Sin embargo, no todo es perfecto. Un asunto que ha surgido desde la ciudadanía, como señala el mensaje de Sergio Flores, es el tema de los baches eternos en municipios como Ecatepec. Las quejas son legítimas: calles intransitables, años de abandono. Pero hay que ser claros: estos problemas son herencias de décadas de corrupción y desinterés por parte de los viejos gobiernos priistas y panistas, encabezados por figuras nefastas como Cuauhtémoc Blanco y Silvano Aureoles.
Hoy, la transformación es un proceso. No basta un sexenio para revertir los daños de generaciones enteras de corrupción. Pero a diferencia del pasado, ahora hay voluntad política para escuchar, atender y resolver. Claudia Sheinbaum ha demostrado en la Ciudad de México su capacidad para gestionar obras públicas de manera eficiente, y no cabe duda de que lo mismo ocurrirá a nivel nacional.
Cierre al odio trumpista
La valentía de México ha trascendido fronteras. En un acto sin precedentes, nuestro país ha prohibido que los anuncios de campaña de Trump, cargados de racismo y odio, se transmitan en medios mexicanos. Bajo el liderazgo de Sheinbaum, México dejó en claro que no se prestará a ser plataforma del fascismo mediático que promueve el expresidente estadounidense.
Mientras Trump disemina basura y temor, México envía un mensaje de dignidad y respeto. Mientras él construye muros imaginarios, nosotros construimos puentes de cooperación. Mientras su campaña se hunde en la vulgaridad, México apuesta por la esperanza, la cultura y el trabajo conjunto.
La presidenta Claudia Sheinbaum, lejos de doblarse o titubear, cerró con firmeza la puerta al discurso de odio. Eso no solo es liderazgo; es ejemplo de soberanía, de dignidad nacional, de poder verdadero. Hoy México no es piñata de nadie. Hoy México es ejemplo para el mundo.