Fernando Alba Aldave: La pasión por el grabado, el arte y la arquitectura

Fernando Alba Aldave es un nombre que resuena en el ámbito del grabado, la pintura, la arquitectura y la historia del arte en México. Maestro en la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Alba Aldave ha dedicado su vida a fusionar estas disciplinas, llevando su talento y conocimientos a otros horizontes, como Kenia y Uganda, donde ha impartido cursos especializados. También forma parte del cuerpo docente de grabado en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Alba Aldave reconoce con orgullo que su verdadera pasión es el grabado. Esta inclinación artística se vio influenciada por su entorno familiar y académico desde temprana edad. Su padre y sus tíos estuvieron vinculados al Instituto de Astronomía de Tonantzintla, un epicentro científico en Puebla donde convivían mentes brillantes como Guillermo Haro. A pesar de la presión familiar para elegir una carrera “formal”, Alba Aldave encontró en el arte su verdadera vocación.
Su fascinación por el grabado comenzó en la preparatoria de San Ildefonso, un espacio impregnado de los murales de grandes exponentes como José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. Durante esos años formativos, su maestro de dibujo fue Manuel Iturbide, un grabador que, aunque conservador en sus ideologías, le transmitió los secretos del grabado en lámina de metal. Fue Iturbide quien lo motivó a buscar más conocimientos en la Academia de San Carlos, aunque el destino lo llevaría a estudiar arquitectura debido a las expectativas familiares.
A lo largo de su carrera, Alba Aldave se rodeó de grandes maestros que influyeron en su desarrollo artístico. Vicente Mendiola, acuarelista y arquitecto, dejó una huella profunda en su formación, al igual que José Luis Benlliure y Pedro Medina Guzmán, conocido como “El Charro”, un muralista de temas religiosos. Gracias a ellos, Fernando pudo mantener viva su pasión por el arte mientras estudiaba arquitectura.
La arquitectura no fue una imposición amarga para Fernando Alba; al contrario, encontró en ella una forma de escultura habitable. Se inspiró en figuras emblemáticas como Félix Candela, cuyos diseños con paraboloides hiperbólicos marcaron una revolución arquitectónica en México. Además, la historia del arte y de la arquitectura le abrió nuevos horizontes gracias a profesores como Juan Benito Artigas y Jesús Barba, quienes fortalecieron su apreciación por el patrimonio histórico del país.
Su relación con el grabado se mantuvo firme a lo largo de los años. Recordando anécdotas con su maestro Iturbide, Alba Aldave compartió cómo Orozco, a pesar de recibir materiales de grabado, nunca llegó a utilizarlos, prefiriendo la técnica de la litografía durante su estancia en Estados Unidos. Esta técnica, que consiste en dibujar con lápiz graso sobre piedra calcárea, era fundamental para la industria publicitaria de principios del siglo XX.
La vida de Fernando Alba Aldave es un testimonio de dedicación y amor por el arte. A pesar de las expectativas familiares y de una carrera inicial en arquitectura, nunca dejó de lado su pasión por el grabado y la pintura. Hoy, su contribución en la enseñanza del arte y su legado como grabador continúan inspirando a nuevas generaciones tanto en México como en otras partes del mundo.
Alba Aldave representa un puente entre las disciplinas técnicas y artísticas, demostrando que el arte es una forma de vida que puede florecer incluso en los caminos menos esperados. Su trayectoria es una celebración del grabado, la arquitectura y el inquebrantable espíritu creativo que define a los grandes artistas de nuestro tiempo.