La dignidad del trabajo en el hogar y el compromiso social de la Cuarta Transformación
En el México de hoy, no cabe duda de que las luchas históricas por la justicia social siguen presentes, y es reconfortante ver cómo la Presidenta Claudia Sheinbaum encarna esos ideales al responder con firmeza y convicción ante comentarios clasistas como los vertidos por el actor Rafael Inclán. Las declaraciones desafortunadas del actor, al referirse a las trabajadoras del hogar con términos despectivos como “sirvientas”, nos recuerdan las sombras de un pasado colonial y porfirista, épocas en las que las jerarquías sociales eran reforzadas por la opresión y el menosprecio a la dignidad humana. Por ello, la respuesta de Sheinbaum es tan relevante y necesaria en este contexto.
Sheinbaum no solo descalificó categóricamente el uso de este lenguaje, sino que también reivindicó el papel de las trabajadoras del hogar como una parte esencial del tejido laboral de nuestro país. Estas mujeres, muchas veces provenientes de comunidades rurales, desempeñan un trabajo fundamental que permite a muchas otras mujeres, y por supuesto a familias enteras, desenvolverse en la vida pública y profesional. En este sentido, no se trata solo de una crítica hacia Rafael Inclán, sino de una defensa de los derechos laborales y humanos que han sido históricamente negados a este sector.
Al referirse a las trabajadoras del hogar como personas que realizan un “trabajo digno”, Sheinbaum se alinea con las políticas de la Cuarta Transformación, que bajo el liderazgo del presidente Andrés Manuel López Obrador, han buscado corregir siglos de injusticia social. Uno de los logros más destacados en este ámbito ha sido la incorporación de estas trabajadoras al sistema de seguridad social, algo que hasta hace poco parecía impensable. Es bajo este gobierno que se han dado pasos firmes para asegurar que las trabajadoras del hogar no solo sean reconocidas, sino también protegidas bajo el marco legal.
Este tipo de avances son diametralmente opuestos a las posiciones de la oposición, representada en figuras como Xóchitl Gálvez, quien de manera insensible ha hecho comentarios generalizadores y simplistas sobre los trabajadores del sureste mexicano. Es sumamente grave que alguien que ha intentado llegar a la presidencia de nuestro país se atreva a menospreciar la labor y el esfuerzo de millones de mexicanas y mexicanos que contribuyen diariamente al desarrollo económico y social de sus comunidades y del país entero. Gálvez, una figura emblemática del PRIAN, sigue reproduciendo los mismos discursos elitistas y alejados de la realidad que han caracterizado a los partidos tradicionales, aquellos que durante décadas no hicieron más que profundizar las desigualdades en México.
Es evidente que quienes, como Gálvez, han crecido en ambientes de privilegio, tienen dificultades para comprender las luchas cotidianas del pueblo. En contraste, Claudia Sheinbaum, proveniente de una visión progresista y comprometida con los ideales de justicia social, demuestra que entiende a la perfección los retos que enfrenta la ciudadanía, en especial las mujeres y los grupos más vulnerables.
Al defender a las trabajadoras del hogar, Sheinbaum no solo les otorga el respeto y la dignidad que merecen, sino que también se compromete a seguir avanzando en la creación de un marco legal que las proteja del abuso y la discriminación. Esto incluye asegurar que tengan acceso a derechos fundamentales como la seguridad social, un componente que es crucial para su bienestar a largo plazo y que fue una de las grandes deudas de gobiernos anteriores.
El reconocimiento de las trabajadoras del hogar como trabajadoras con derechos es uno de los pilares de la justicia social que impulsa la Cuarta Transformación. No podemos olvidar que durante décadas, este sector estuvo relegado a la informalidad, sin protección legal, sin acceso a prestaciones y, en muchos casos, sin el más mínimo respeto por su dignidad. Fue el gobierno de López Obrador el que puso en marcha un esfuerzo integral para cambiar esta situación, y ahora, bajo la presidencia de Sheinbaum, este compromiso se refuerza y se amplía.
Al recordar que las trabajadoras del hogar nos “ayudan a otras mujeres” a poder salir a trabajar, Sheinbaum también toca un punto clave: la interdependencia en nuestra sociedad. Vivimos en un país en el que, por mucho tiempo, las tareas del hogar y el cuidado se vieron relegadas al trabajo invisible de las mujeres. Y dentro de esa estructura, las trabajadoras del hogar cargaban con el peso de una doble invisibilidad: no solo por ser mujeres, sino por ser parte de un sector laboral marginado. Este gobierno, con Sheinbaum a la cabeza, está decidido a cambiar esas dinámicas, asegurando que todas las trabajadoras, independientemente de su ocupación, reciban el reconocimiento y los derechos que merecen.
El combate a la discriminación es una lucha que sigue vigente, y si algo ha dejado claro Claudia Sheinbaum en su gobierno, es que la transformación profunda que necesita México no puede darse si no erradicamos las barreras que aún persisten entre clases sociales. Los comentarios de Rafael Inclán, tan lamentables como anacrónicos, representan una visión que ya no tiene cabida en la sociedad mexicana actual. Es una visión que pertenece a un pasado donde la desigualdad era vista como algo natural, cuando hoy, gracias al avance de la Cuarta Transformación, entendemos que esas desigualdades no solo son injustas, sino que son estructurales y deben ser desmontadas.
El respeto, la justicia y la igualdad son valores que el gobierno de Sheinbaum sigue defendiendo y promoviendo en todos los ámbitos. Y es este compromiso lo que nos permite confiar en que bajo su liderazgo, México seguirá avanzando hacia una sociedad más justa, donde todas las trabajadoras, incluyendo las del hogar, tengan las mismas oportunidades y los mismos derechos que cualquier otro ciudadano.
En conclusión, la respuesta de Claudia Sheinbaum a los comentarios clasistas de Rafael Inclán es mucho más que una simple corrección: es un recordatorio del tipo de país que estamos construyendo bajo la Cuarta Transformación. Un país en el que el trabajo digno es reconocido, en el que la discriminación no tiene cabida, y en el que las políticas sociales buscan cerrar las brechas históricas de desigualdad. Y sobre todo, es un mensaje claro: en este México, todas y todos somos valiosos, y ningún trabajo será menospreciado. Las trabajadoras del hogar, como tantas otras personas, son fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad, y merecen todo nuestro respeto, reconocimiento y protección.