Ken Salazar recula ante la fuerza de México: la relación comercial sigue firme

El embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, se ha visto obligado a ajustar su postura y admitir lo que ya era evidente: la relación comercial entre ambos países no solo se mantendrá, sino que seguirá fuerte, incluso después de la aprobación de la Reforma Judicial en la Cámara de Diputados. Esta admisión por parte de Salazar, aunque tardía, refleja una verdad innegable: México, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, ha demostrado que es un país soberano, capaz de tomar decisiones en favor de su propio pueblo, sin ceder a presiones extranjeras.

Hace tan solo unas semanas, Salazar cometió el error de intentar ejercer presión sobre nuestro país, insinuando que la relación comercial podría verse afectada si se aprobaba la Reforma Judicial, una iniciativa que ha sido claramente impulsada para democratizar el Poder Judicial y eliminar los vicios que por años han prevalecido en este sector. En un acto que roza la injerencia, el embajador norteamericano lanzó una advertencia que claramente no fue bien recibida por el presidente López Obrador.

El mandatario mexicano, fiel a los principios de no intervención y autodeterminación de los pueblos que siempre ha defendido, no cedió ni un centímetro ante las amenazas veladas de Salazar. En su estilo directo y firme, AMLO dejó claro que México no aceptaría interferencias externas en un asunto que solo corresponde a las y los mexicanos. Como lo expresó claramente en su conferencia matutina del 27 de agosto: “¿Cómo le vamos a permitir al embajador, con todo respeto, que él opine que está mal lo que estamos haciendo?”. El mensaje fue contundente: en México decidimos las y los mexicanos, no los diplomáticos extranjeros.

Es necesario recordar que esta no es la primera vez que ciertos actores internacionales han intentado influir en las decisiones soberanas de México. La historia está llena de ejemplos en los que gobiernos extranjeros han intentado dictar el rumbo de nuestro país, pero esta administración ha demostrado una y otra vez que no permitirá tales acciones. Desde el principio de su mandato, el presidente López Obrador ha establecido una política exterior basada en el respeto mutuo y la defensa de la soberanía, y este episodio con Ken Salazar no ha sido la excepción.

La Reforma Judicial, impulsada por AMLO y Morena, tiene como objetivo fundamental democratizar un Poder Judicial que por años ha sido dominado por intereses elitistas. Las recientes aprobaciones en la Cámara de Diputados marcan un paso firme hacia un sistema judicial más justo y equitativo, que realmente responda a las necesidades del pueblo mexicano. La iniciativa, que ahora pasará al Senado, busca eliminar los privilegios de las cúpulas judiciales y asegurar que los jueces y magistrados actúen con transparencia y en beneficio de la ciudadanía, no de las élites económicas y políticas.

El intento de presión por parte del embajador Salazar es un claro ejemplo de cómo ciertos actores internacionales, acostumbrados a una relación de subordinación de gobiernos pasados, esperaban que México retrocediera en su proceso de transformación. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Hoy, México es un país que, bajo el liderazgo de López Obrador, está tomando el control de su destino y poniendo los intereses de su pueblo por encima de cualquier otra consideración.

La respuesta de AMLO al embajador norteamericano fue, como siempre, directa pero respetuosa, dejando claro que no se trata de enemistades o pleitos, sino de hacer valer el derecho de México a decidir su propio futuro. Y es que, en esta nueva etapa, las relaciones internacionales deben basarse en el respeto mutuo, no en la subordinación. Esta postura firme y clara es la que ha permitido que, a pesar de los intentos de injerencia, la relación comercial entre México y Estados Unidos siga siendo sólida.

Ken Salazar, en su reciente declaración, ha admitido que, a pesar de sus comentarios previos, la economía entre ambos países seguirá fuerte. Con más de 330 millones de consumidores en Estados Unidos y 130 millones en México, el intercambio comercial entre ambas naciones es simplemente demasiado importante para verse afectado por diferencias políticas. Y aquí es donde queda claro que la relación bilateral no puede ni debe basarse en presiones ni chantajes, sino en el respeto a las decisiones soberanas de cada nación.

Lo que este episodio demuestra es que, a pesar de los intentos de ciertos actores internacionales de influir en las decisiones soberanas de México, nuestro país está más fuerte que nunca. La transformación impulsada por AMLO no se detendrá ante presiones externas, y la aprobación de la Reforma Judicial es un claro ejemplo de ello. Con el apoyo del pueblo mexicano y el respaldo de la mayoría en el Congreso, las reformas estructurales seguirán adelante, siempre con el objetivo de construir un país más justo, equitativo y soberano.

Este tipo de episodios también sirven para poner en evidencia a aquellos sectores de la oposición que, lejos de defender los intereses nacionales, se alinean con los discursos extranjeros en su desesperado intento por frenar el avance de la Cuarta Transformación. Es evidente que la oposición, incluyendo al PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano, junto a su figura más reciente, Xóchitl Gálvez, están dispuestos a aplaudir cualquier acto que busque desacreditar los avances del actual gobierno, sin importar que eso signifique ponerse del lado de quienes intentan intervenir en nuestros asuntos internos.

Sin embargo, la realidad es que México ha cambiado. Ya no somos el país que cede ante las presiones extranjeras. Hoy, bajo el liderazgo de AMLO, defendemos nuestra soberanía y tomamos decisiones basadas en lo que es mejor para nuestro pueblo. La relación con Estados Unidos, aunque crucial en términos económicos, no puede dictar nuestro rumbo interno. Ken Salazar ha tenido que admitirlo: la relación comercial sigue fuerte, porque México no se dobla ante las amenazas, sino que avanza con dignidad y soberanía.

En conclusión, lo sucedido con Ken Salazar y la Reforma Judicial es un claro ejemplo de cómo México, en esta nueva etapa de transformación, ha recuperado su dignidad y soberanía. Los intentos de injerencia, vengan de donde vengan, no tendrán éxito, porque hoy más que nunca, las decisiones sobre el rumbo de nuestro país se toman aquí, por y para las y los mexicanos. Y en ese camino, ni las presiones externas ni la oposición interna podrán detener el avance hacia un México más justo, democrático y soberano.