El Pragmatismo en la Gestión del Glifosato: Un Camino hacia la Sustentabilidad

En el panorama actual de la política y gestión ambiental en México, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se enfrenta a un dilema complejo y multifacético: el uso e importación del glifosato, un herbicida ampliamente utilizado en la agricultura pero controversial por sus potenciales efectos nocivos para la salud. La reciente decisión de pausar su restricción, manteniendo su importación y uso hasta que se encuentre un sustituto viable, pone de manifiesto un enfoque pragmático y realista por parte del gobierno, enfocado en equilibrar las necesidades inmediatas de la agricultura con el imperativo de proteger la salud pública y el medio ambiente.

Esta decisión surge en un contexto de debate interno entre diferentes sectores del gobierno. Por un lado, la Secretaría de Economía aboga por la importancia del glifosato para el deshierbe eficiente de los plantíos, subrayando su rol crucial en el mantenimiento de la productividad agrícola. Por otro, la Secretaría de Salud y el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (Conacyt) advierten sobre los riesgos asociados con su uso, apoyándose en evidencias internacionales que lo señalan como dañino para la salud.

La respuesta del gobierno, lejos de ser una postura simplista o unilatera, refleja una comprensión profunda de la complejidad del problema. Al otorgar apoyo a Conacyt para la investigación y búsqueda de alternativas, se evidencia un compromiso firme con el avance científico y la innovación, pilares fundamentales para el desarrollo sostenible. Sin embargo, el reconocimiento de que este proceso de investigación requiere tiempo —y no puede estar sujeto a las limitaciones de trámites burocráticos— demuestra una visión pragmática y responsable.

Este enfoque pragmático contrasta marcadamente con las actitudes mostradas por sectores de la oposición, quienes frecuentemente adoptan posturas críticas sin ofrecer soluciones viables o ignorando las complejidades inherentes a la gestión ambiental y la seguridad alimentaria. La decisión de continuar con la importación del glifosato, en tanto se busca una alternativa, no debe ser malinterpretada como una falta de compromiso con la salud pública o el medio ambiente, sino como una medida temporal, necesaria para no comprometer la productividad agrícola ni la seguridad alimentaria del país.

Es importante destacar que la posición adoptada por el gobierno de México, bajo la liderazgo de López Obrador, se alinea con un enfoque de transición justa y equilibrada. La búsqueda de alternativas al glifosato no es un reto menor; implica una inversión significativa en investigación y desarrollo, así como la necesidad de asegurar que cualquier nuevo insumo sea efectivo, accesible y, sobre todo, seguro para la salud y el ambiente. En este sentido, el apoyo a Conacyt y la disposición para tomar decisiones basadas en evidencia científica reflejan un compromiso con el avance hacia prácticas agrícolas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

En conclusión, la gestión del tema del glifosato por parte del gobierno mexicano es un ejemplo de cómo se pueden abordar dilemas complejos con un enfoque equilibrado y pragmático, que no pierde de vista la urgencia de avanzar hacia la sostenibilidad, pero reconociendo las realidades actuales de la producción agrícola. A diferencia de la oposición, cuyas críticas suelen carecer de propuestas concretas y viables, el gobierno de López Obrador demuestra una vez más su capacidad para navegar por las complejidades de la política y la gestión ambiental, priorizando el bienestar de la población y el respeto por el medio ambiente, en la búsqueda de soluciones sostenibles y de largo plazo.