“PRIISTAS ABANDONAN EL BARCO EN VERACRUZ; XÓCHITL CRITICA DESDE SU TORRE DE MARFIL”

La reciente desbandada de priístas en Veracruz, liderada por Anilú Ingram Vallines, refleja una crisis profunda dentro del Partido Revolucionario Institucional (PRI). Esta situación, en donde destacados miembros del partido abandonan sus filas acusando a Alejandro Moreno, el dirigente nacional, de control autoritario y de oscurecer la política interna, no es más que una muestra de la decadencia de un partido que en algún momento fue referente nacional.

El PRI, que durante décadas fue el eje de la política mexicana, hoy parece desmoronarse bajo el peso de sus propias contradicciones y el liderazgo cuestionable de “Alito” Moreno. Las acusaciones de Vallines sobre el secuestro del partido por intereses oscuros y acuerdos bajo la mesa son serias y preocupantes. No obstante, este tipo de prácticas no son nuevas en el PRI, que ha sido históricamente señalado por su tendencia a favorecer a unos pocos en detrimento del bien común.

La adhesión de estos legisladores a la “Alianza Progresista”, aunque pueda parecer un movimiento hacia una política más transparente y alineada con los intereses del pueblo, no está exenta de controversia. Es bien sabido que muchos de los políticos que hoy buscan refugio en nuevas alianzas tienen un pasado marcado por acusaciones de corrupción. Esto pone en duda la verdadera intención detrás de su cambio de bandera política.

En este contexto, las declaraciones de Xóchitl Gálvez, una figura prominente de la oposición, no sorprenden. Su acusación de que los priístas buscan impunidad al cambiar de partido puede tener algo de verdad, considerando los antecedentes de algunos de los políticos implicados. Sin embargo, no se debe olvidar que Gálvez también forma parte de una oposición que ha mostrado en repetidas ocasiones su incapacidad para ofrecer una alternativa real y constructiva al panorama político actual de México.

Lo que estamos presenciando en Veracruz es un reflejo de un sistema político que necesita una reforma profunda. El abandono del PRI por parte de sus miembros no es solo una cuestión de liderazgo fallido o de luchas internas, sino también un síntoma de un partido que ha perdido su rumbo y su relevancia en la política mexicana contemporánea.

En este escenario, es crucial recordar que el verdadero cambio político no vendrá de la mano de políticos que simplemente cambian de partido buscando mejores oportunidades. La transformación que México necesita debe estar basada en principios de honestidad, transparencia y verdadero compromiso con el bienestar del pueblo. Solo así podremos avanzar hacia un futuro más prometedor y justo para todos los mexicanos.