Desesperación en Acapulco: Búsqueda de alimentos y ayuda tras huracán Otis
En las zonas circundantes al Puerto de Acapulco, como Ejido, El Paso Limonero, Renacimiento e Insurgentes, y comunidades como San Isidro, miles de residentes se ven obligados a caminar más de cinco kilómetros en busca de comida y agua.
Con sus hijos y cargas a cuestas, llevan lo que encuentran: bolsas, costales y carros de compra. La mayoría busca aprovisionarse, pero se sorprenden al encontrar precios elevados; por ejemplo, el kilo de huevo alcanza los 150 pesos y el kilo de tortillas llega a 40 pesos en algunos puntos.
Un tianguis cercano a la estación Central de Abasto del Acabús y las colonias próximas al puerto exhibe escasez de productos y altos precios: plátanos a 70 pesos por kilo y aguacates pequeños a 20 pesos cada uno.
El transporte está suspendido, y los pocos vehículos cobran precios exorbitantes, mientras los negocios son saqueados una vez que llegan los desplazados a las plazas comerciales más cercanas.
Los residentes imploran ayuda, deteniendo vehículos de la Guardia Nacional o abordando camiones militares en busca de alimentos o agua. Las calles están bloqueadas por escombros, sus casas humildes de lámina o cartón fueron destruidas por el huracán Otis.
En medio de esta situación caótica, en una pared cercana a la Costera Miguel Alemán, alguien escribió: “el amor puede esperar, el hambre no”.
María Inés y Marcos, llevan unos refrescos y galletas para su hija de dos años en un cubo en el Acabús, lo único que han conseguido hasta las once de la mañana.
La Sedena estableció un centro de comunicaciones en la costera Miguel Alemán, permitiendo a residentes y turistas comunicarse por Internet. Las filas son largas, con esperas de hasta una hora.
Además, el Ejército proporciona recarga eléctrica para teléfonos, con cientos esperando su turno.
En la gasolinera cercana a la zona hotelera, cientos de personas esperan para obtener combustible con sus garrafones.
Mientras turistas intentan salir de Acapulco, numerosas personas caminan en dirección contraria hacia la zona turística, en busca de alimento y agua.