La epopeya de la Cuarta Transformación: Reconstruyendo México a través de desafíos y logros
En el tejido social persisten sectores que todavía sucumben a la narrativa conservadora, la cual insiste a diario en señalar que todo lo que el gobierno del presidente López Obrador construye y reconstruye avanza de manera lenta y con problemas notables.
Esta postura se erige como la bandera de la oposición en su continua descalificación de cada acción emprendida durante este sexenio. Argumentan que es tiempo de que el presidente deje de culpar al pasado por los desafíos que los mexicanos enfrentan en la actualidad. Argumentan que la responsabilidad recae en quienes gobiernan en el presente y no en quienes gobernaron en el pasado y ya no están en el poder.
A quienes siguen esta línea de pensamiento, propongo un sencillo ejercicio para que comprendan la situación del país en la era de la Cuarta Transformación: Mañana temprano, antes de preparar tu primer café del día, toma tu taza favorita en tus manos y déjala caer al suelo. Luego, recoge los pedazos y colócalos en algún lugar. Al día siguiente, realiza lo mismo con los fragmentos de la taza. Repite este proceso cuatro veces más. Finalmente, al séptimo día, saca los pedazos que guardaste y empieza a ensamblar cada fragmento en su lugar correcto, intentando también sellar las grietas que muestran las fracturas. Todo debe encajar en su sitio sin dejar espacios por donde pueda escapar el café caliente.
¿Es una tarea fácil? Sin lugar a dudas, no lo es.
Este experimento representa lo que experimentó el país durante 36 años de neoliberalismo. Seis presidentes se encargaron de destrozar todas y cada una de las instituciones mexicanas. La taza fue arrojada al suelo seis veces. Vendieron la soberanía y el patrimonio nacional a la iniciativa privada, nacional y extranjera. Saquearon los recursos públicos que debían destinarse al desarrollo y mantenimiento de la estructura social y gubernamental. Sembraron la desconfianza y la inseguridad en la nación. Colaboraron con la delincuencia. Desmantelaron el sistema de salud. Empobrecieron a la población en su totalidad. Colocaron la política y el gobierno al servicio del poder empresarial.
La taza llamada México se hizo añicos en seis ocasiones consecutivas. Y así fue como entregaron el país al presidente López Obrador.
Con la hipocresía y la desvergüenza características de la derecha fascista, hoy exigen al nuevo gobierno que en un día repare todos los estragos dejados por seis administraciones anteriores. Le demandan que restaure la nación por completo, porque esa es su obligación. Como si los neoliberales hubieran tomado en cuenta dicha obligación durante su tiempo en el poder.
La epopeya de este inmenso y numeroso Movimiento de Cambio radica justamente en la labor de reparar ese desastre intergeneracional, devolviendo al país gran parte de lo que se perdió durante los sexenios de caos.
En primera instancia, los viejos traficantes de influencias, corruptos y enriquecidos, ya no ostentan el poder en el país. No existe un poder oculto detrás del poder político. Posteriormente, se establece una sana distancia entre la delincuencia y las autoridades federales. No hay un Genaro García Luna infiltrado en la maquinaria presidencial, realizando negocios con grupos criminales. Se fortalece el salario mínimo para que la población tenga un verdadero poder adquisitivo. Se frena el robo de combustible y otras prácticas corruptas. Se atiende a los sectores sociales olvidados a través de Programas Sociales. Se presta especial atención a los jóvenes, trabajando para alejarlos del mundo del crimen y mostrándoles que una vida saludable y feliz es alcanzable sin recurrir a drogas. Se repara, finaliza y construye infraestructura hospitalaria. Se retira el control de los medicamentos a la mafia priista. Se revitaliza la zona sur del país mediante proyectos impresionantes como el Tren Maya, la Refinería Olmeca y el Corredor Transístmico. Se erigen aeropuertos y carreteras. Se restauran caminos.
Se ejecutan una multitud de tareas de manera organizada, sin descanso. El proyecto educativo de La Nueva Escuela Mexicana está próximo a iniciar, y a pesar de los obstáculos que la oposición intenta colocar en su camino, el futuro de las nuevas generaciones se asegura a través de esta perspectiva educativa humanista y no mercantilista.